1. Memorias de un viejo putero. 2ª parte


    Fecha: 27/03/2018, Categorías: Confesiones Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos

    TENGO 23 AÑOS. Soy Manuel de nuevo, vuelvo a recordar mi juventud, en este caso han pasado 5 años desde mi relación fallida con Laura. Tengo 23 años y según recuerdo por aquel entonces había tenido 2 novias más, Marta y María. Con Marta follar no estaba mal. Al principio de nuestro noviazgo, le pasaba igual que a mí, tenía ganas de hacerlo todos los días. Nos conocimos en mi trabajo, ella trabajaba como secretaria de mi jefe, un tipo mayor y viejo verde que la miraba con ojos de salido todo el rato. Y eso que en aquella época las mujeres no vestían como ahora, más sexys, sino todo recatadas, sin enseñar piernas, con lo que la libido del viejo debería andar por los suelos, pero no era así. Un día la llamó a su despacho, para que le redactara una carta. -Marta, venga aquí. La llamó. Yo estaba cerca, por lo que pude oír lo mal que la trataba. -Si, señor Lafuente. Marta entró en su despacho. -Quiero que me redacte una carta para el señor Perez. Tome nota, le dijo muy borde. Marta empezó a escribir lo que le decía. Después no pude oír mas porque tuve que hacer otras cosas y ya estaba lejos de su despacho. Al cabo de un rato, salió llorando del despacho del viejo. Me acerqué a ella y le pregunté. -¿Qué te ha dicho? -Nada, no pasa nada. -Venga, en serio, ¿qué te ha dicho? -Me ha gritado, me decía que escribiera rápido y eso. Es un maldito... Se calló la última palabra que iba a decir. -Tranquila. Ya queda poco por hoy. ¿Quieres que tomemos algo al salir? -Bueno, si tú quieres. Está ...
    ... bien. Al salir de trabajar quedamos en la cafetería que llevaba Don José, buena gente. -¿Tu que tomarás? -Un café solo. -¡José, dos cafés solos! Nos lo tomamos y hablamos de cosas triviales. Así empezamos a quedar y a salir y unos meses después nos hicimos novios. Al contrario que Laura, Marta, no era nada recatada y le gustaba el sexo tanto como a mí. Follábamos en mi piso y en el suyo. Lo hacíamos en cualquier parte, en la cocina, en el salón, en el baño y en todas las posturas posibles. Después de un tiempo, me di cuenta de que lo hacíamos siempre que el viejo la trataba mal. Era para ella como una especie de desahogo. Quedamos una tarde en su piso después del trabajo. Ella me recibió muy azorada. Llevaba puesta una bata y debajo un camisón blanco. -Hola Manuel, ¿qué tal estas? -Yo bien, ¿y tú? -Bien. Pero lo dijo muy seria. -Me llevó al salón y decir nada, me desabrochó el pantalón y me sacó la polla y empezó a chupármela con ansia. No me dejó decir nada, ella siguió y siguió mamando, hasta que me corrí en su boca. Se limpió la boca y se quitó las bragas, poniendo mi boca en su coño. -Oye, más despacio, le dije. ¿Qué te pasa? -Nada, que ese cabrón me ha hecho chupársela. -¿Qué dices? -Si, después del trabajo. Me ha llevado a su despacho y debajo de la mesa me ha hecho chupársela o me ha amenazado con despedirme. -Qué mamón. ¿Y por qué lo has consentido? -Tenía miedo de que me despidiera. -¿Y por qué lo pagas conmigo? Je, je -No sé, tú me quieres, quería follar contigo. Lo ...
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