1. Salvaje cogida a mi cuñada


    Fecha: 28/03/2018, Categorías: Incesto Fantasías Eróticas Autor: EDARPASEX, Fuente: CuentoRelatos

    ... seguía en esa posición final del orgasmo, y yo, con mi verga escurriente, pero aún deseosa de otra batalla. Pronto alcanzó nuevamente su erección total. Mi cuñada, que era víctima del remordimiento, no se percató de la nueva embestida, hasta que sintió como mi verga entraba por su culo y era ensartada casi sin lubricante. Sus ahogados gritos me excitaban todavía más, así que la levanté como su fuera el juego del balero, y colocando sus piernas en soporte con las mías, la subía y la dejaba caer sobre mi verga una y otra vez haciendo que sus nalgas chocaran deliciosamente contra mis testículos. Cuando ella, totalmente sometida respondió a mis deseos, pude al fin acariciar sus pequeños senos y disfrutar de su aroma al besar y lamer su nuca, sus oídos, su cuello. No tardo mucho cuando nuevamente la sentí estremecer con los orgasmos que repetidamente había alcanzado, así que ni tardado ni perezoso descargué mi torrente de semen en su delicioso culo. Mi cuñada, totalmente turbada por tan brutal y arrebata cogida, ya no sabía ni qué onda. Pronto la tuve entre mis brazos, besándonos sin reparo, acariciándonos sin reservas. Lentamente recorrí palmo a palmo cada centímetro de su piel, y nuevamente logré erigir mi hombría. Tomándola por los hombros despacio la fui ...
    ... bajando hasta tener su boca frente a mi turgente verga. Casi a fuerzas se la introduje hasta la garganta y se la sacaba al ritmo de mis deseos. Por momentos veía como sus ojos casi se desorbitaban cuando mi verga le llegaba hasta la laringe, pero yo continuaba metiendo y sacándosela totalmente poseído por tantos años de deseo malsano por ella. Cuando nuevamente alcance mi orgasmo número tres, ella casi se ahoga por tal cantidad de semen vertido en su boca. Éste le escurría por las comisuras de los labios, y viendo que no reaccionaba, tome papel higiénico para limpiarla antes de que se mancharan sus ropas. Después de esos 45 minutos de extremo placer para mí, la vestí, le arreglé el pelo, le di su gato y la encaminé hasta la puerta trasera de salida. La vi irse como idiotizada pues caminaba como perdida. Nunca volteó hacia mí. Solo la observé alejarse. Esperaba que en pocos minutos llegaran mis cuñados y concuños a romperme la madre o mi esposa a solicitar el divorcio, aunque después de eso poco me importaba, pero eso no sucedió. Nunca he vuelto a estar a solas con ella, ni sé si quisiera repetir la aventura. Sin embargo, de una cosa estoy seguro, nunca podrá olvidar (ni yo tampoco) la demencial cogida que un día le puse en aquel baño del negocio familiar. 
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