1. Ana, el mecánico y la casa en la playa


    Fecha: 14/04/2018, Categorías: Anal Sexo con Maduras Voyerismo Autor: Anitaslut44, Fuente: xHamster

    Ana, el mecánico y la casa en la playaEn los días siguientes a la tremenda cogida que le había pegado el morocho brasileño, a mi dulce mujercita le dolía bastante su delicada concha. Los labios vaginales continuaban totalmente inflamados, a tal punto que le irritaba hasta el contacto con la ropa interior, por lo tanto anduvo todo ese tiempo vestida con minifaldas y sin tangas, lo cual me provocaba un deseo irrefrenable de cogerla cada vez que se inclinaba y me dejaba ver esa hermosa abertura.Lo único que me permitía era pasarle mi lengua por su delicado clítoris hasta hacerla acabar y en retribución ella me chupaba la verga durante horas.Por unas semanas se tranquilizó su terrible calentura de querer coger con otros.Como ya se acercaba el verano, decidimos tomarnos unos días libres en nuestros trabajos y hacernos una escapada a la costa, a una pequeña casita frente al mar.A Anita ya se le había pasado el dolor; su dulce vagina recuperaba su forma habitual, justo para que yo pudiera disfrutarla en esos días, sin tener que pensar en el hijo de puta de Ricardo y sus amigotes de enormes vergas.La primera noche fuimos a cenar afuera y a dar una caminata por la playa, luego de lo cual regresamos a casa y comenzamos nuestra sesión se sexo sin siquiera llegar a la habitación. Ya en el umbral comenzamos a desnudarnos y a recorrer nuestros cuerpos con las lenguas y los labios. Anita tuvo su primer orgasmo antes de entrar al salón. Luego la cargué en brazos hasta dejarla en el sillón ...
    ... principal, donde entrelazamos nuestros cuerpos y cogimos salvajemente durante toda la noche, hasta caer rendidos por el cansancio.Los días siguientes fueron gloriosos. Pasábamos la tarde tomado sol frente al mar, cenas románticas a la luz de las velas y por las noches cogíamos en cualquier lado, ya fuera en la oscuridad de la playa, entre los médanos de arena o en la puerta de calle, a la vista de quien pasara por el lugar. Por suerte la casita estaba un poco alejada de otras, así que los gritos y alaridos de Anita solamente los disfrutaba yo.El fin de semana amaneció algo nublado, pero de todas maneras fuimos a la playa sin cambiar nuestra rutina. Allí estábamos yaciendo distraídamente, cuando una sonora carcajada y una conocida voz me volvieron a la realidad, sacándome de este sueño ideal.Allí estaba el imbécil de Ricardo, su cuerpo musculoso bien bronceado, vistiendo solamente un ajustado y diminuto slip, que dejaba adivinar el enorme bulto debajo. Mi bronca comenzó a aflorar, pero entonces Ana me abrazó, diciendo que extrañaba un buen macho que la sodomizara bien duro, así que había llamado a Ricardo para que le hiciera ese favor…“Qué pasa Flaco, no te pone contento que haya venido a visitarte??”Antes de que yo atinara a contestarle, el muy turro ya estaba sentándose junto a Ana, mientras le pedía que se colocara boca abajo para que sus rudas manos pudieran masajear esa hermosa cola.Mi mujercita comenzó a gemir suavemente, mientras sentía que unos dedos le corrían la tanga ...
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