1. Andrea (I)


    Fecha: 15/04/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Hacia ya seis meses que salía con Andrea y habíamos congeniado a la perfección, tanto intelectual como sexualmente. Ella vivía no muy lejos de casa, nunca antes habíamos conversado, pero nos conocíamos de vista. Al ser un pueblo no muy grande la mayoría de la gente se conoce, por tener lugares comunes donde ir a comprar alimentos o pagar impuestos, etc. Andrea vivía con su madre que estaba separada desde hacia dos años, y su padre vivía en el sur haciendo su vida y raras veces se comunicaba con su exfamilia. Irma así se llamaba la madre de mi novia, era una mujer espléndida de cuarenta y pico de años, los cuales no habían mellado sus encantos, es mas le habían dado la belleza y sensualidad que ninguna jovencita por más linda que fuera podría imitar, algo etéreo que se forja con los años y que algunas mujeres lo saben obtener de la vida. Y ella era fiel muestra de mis palabras. Al hacernos más íntimos, yo entraba en su casa como en la mía. Y muchas veces hicimos el amor en el cuarto de Andrea cuando la madre estaba en el trabajo. No puedo precisar el momento exacto de mi fascinación por la madre de Andrea, pero mis ratones, dieron rienda suelta a mis fantasías. Sin desatender mi papel de novio, mi atención se iba centrando en Irma. Una de mis primeras experiencias en ese campo fue, un detalle que anteriormente no había reparado. Ella siempre dejaba las bombachas en el baño, después de bañarse al regresar del trabajo. Mi novia y yo siempre la esperábamos con un mate y ...
    ... veíamos televisión en el comedor, comentando las cosas que nos habían sucedido ese día. Cuando ella tomaba asiento en la sala, yo me dirigía al baño, mientras Andrea conversaba con su mama. Ya antes de entrar estaba excitado, y después sentado en el inodoro tomaba su bombacha en mi mano, rodeaba mi pija con ella, que ya estaba super caliente y comenzaba a pajearme lentamente cerrando los ojos, tratando de que esos minutos sean los más largos y sentidos, pensaba en que esa tela que se estaba mojando con mis jugos, había estado cubriendo su conchita, y como ya dije, pensaba que con sus cuarenta años estaba de lo mas deseable y por ser separada seguramente de lo mas caliente y deseosa, lo cual me propuse descubrir. Ya no solo me pajeaba con sus bombachas, sino que seguía todos sus movimientos, revisaba los cajones en los cuales guardaba su ropa interior, y oliéndolas me la imaginaba y terminaba acabando sobre sus prendas. Llegue a saber que color de bombachitas llevaba en cualquier momento del día. Cuando cenábamos, si llevaba una pollera corta siempre se me caía algo debajo de la mesa, por que me fascinaban sus prendas pero más me gustaban vérselas puestas. No desperdiciaba un instante con tal de mírale sus bombachas, llegando a ver como cubrían su intimidad y ese agujerito que se le formaba entre sus labios vaginales, o alguno de sus vellos pubicos. Con el tiempo me di cuenta que ella sospechaba de mi conducta y descubrí que estaba muy lejos de su disgusto o desagrado, llegándome ...
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