1. El tío de mi amigo


    Fecha: 18/04/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... abriendo los labios y absorbiendo un poco de piel en cada beso. Se los movía con la boca, notaba la dureza interior y sin saber cómo me metí uno entero dentro. Lo paseé por mi lengüa, lo chupé como si lo tragara (era muy grande y me obligaba a abrir la boca hasta que me dolía, pero me gustaba), recuerdo que cuando me lo saqué para meterme el otro pensé: “Dios mío, es verdad, están llenos de leche!... le estoy chupando los cojones a un tío!” Estaba así muy entretenido con las bolas rugosas y peludas cuando llegó a mi nariz otro aroma más fuerte. Más salvaje, me golpeó potente en la nariz. Era como cuando me hacía una paja sentado y me inclinaba para oler mi polla descapullada, pero mucho más fuerte. A mí siempre me había encantado mi propio olor, pero jamás pensé que el olor de otro tío fuera tan apasionante. Se parecía pero no era igual, tenía su propia personalidad, era una emanación muy animal, muy directa, dulzona y almizclada me llenaba el hocico de placer. Miré hacia arriba y la ví. La gorda cabeza roja quería salirse de la piel de lo hinchada que estaba y no podía. Me dio pena, subí lamiendo toda la columna de carne hasta que llegué a la punta y rodeándola suavemente con mis labios la ayudé a desnudarse bajándole la piel. Joder! Era tan suave, tan sedosa, nunca había tenido algo tan terso en mi boca, parecía terciopelo. La mojé y envolví mi lengüa alrededor. Le daba vueltas, la lamía, la chupeteaba. David suspiró. - Ya era hora nena..., ven ponte así..., las rodillas a ...
    ... cada lado de mi pecho..., eso es..., mirando para los pies... así puedes seguir con tu golosina... – me puse como pedía y me agaché para recoger entre mis labios otra vez a la descomunal pija en erección. Al hacerlo bajé las caderas y apoyé mis huevecillos en la parte alta de su pecho, casi sentándome en su cara. Estaba tan entretenido mamando, saboreando, lamiendo la gotita que le salía por la punta, intentando tragármela toda hasta que me ahogaba y me daban como arcadas y ganas de vomitar, aprendiendo a respirar por la nariz cuando me la comía toda, que apenas me dí cuenta del trabajo que estaba recibiendo mi culito. Recuerdo que cuando conseguí que me tocara la garganta, me quedé muy quieto sintiéndo cómo la serpiente se acomodaba en su nido, mi labio inferior llenándose de los pelos negros ensortijados y duros que venían del ombligo, el superior apretando la bolsa donde comenzaban los testículos, toda la boca muy abierta absorbiendo la base peluda que era lo único que quedaba fuera, llenándome la abertura por encima de la lengüa, me llegaba a las amígdalas y empujaba la glotis atiborrándome el paladar de carne dura y suave. Me quedé así muy quieto sintiéndola toda y entonces noté la humedad en mi ano, los pinchazos de la barba en mis nalgas. Me las había apartado con las dos manos dejando al descubierto mi orificio más íntimo y me daba profundos lengüetazos, desde el nacimiento de mis pelotas hasta el final de mi espalda. El tío de mi amigo tenía su polla bien metida en ...
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