1. Vacaciones en Merlo 2 - Segunda parte


    Fecha: 18/04/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... manos rodeaban su cintura. Se dio vuelta, y Nahuel le besó los labios. -¿Qué haces? ¡estás loco! -No te preocupes, acá no nos conoce nadie. – le dijo él, le dio un beso en el cuello, y la apoyó. -Por favor no hagas eso. – pidió ella. Se apartó de él, y se alejó. Caminó unos metros más en subida, siguiendo los carteles que indicaban la entrada al arroyo. Nahuel la seguía de cerca. Sofía intuía que ya no tenía escapatoria. Cuando la besó, sintió el sabor fresco a menta, de la boca de Nahuel. Era el mismo olor que ella conocía. Nahuel solía chupar un caramelo antes de hacerle sexo oral. Y cuando comenzaba a lamerla, largaba el aliento fresco sobre su clítoris, aumentando el placer que sentía al recibir los masajes con la lengua. Era un experto en chupar conchas. Bajó por un camino improvisado. Se escuchaba muy cerca el ruido del agua correr, y chocar con las rocas. Y detrás, escuchaba los pasos de Nahuel. -Vamos a bañarnos. – propuso él, una vez que la alcanzó, señalando una de las ollas que tenían cerca. La más profunda. -No traje maya. – dijo ella. -No importa, hasta que volvamos te secás sola con el viento y el sol. Nahuel estaba hermoso con su cuerpo bronceado. Sus músculos marcados, pero sin ser grandote. Sus ojos casi cerrados, porque le daba el sol en la cara, le daban un aire soñador. Llevaba una bermuda gris, y una remera azul. La sonrisa leve decoraba su cara. Una barba de dos días le daban un aire desprolijo y encantador. Sofía miró hasta donde su vista le ...
    ... permitía, buscando a algún otro turista en ese arroyo. Pero sólo se veían a un par de ellos, bastante lejos, caminando torpemente por las rocas en dirección contraria. -Dejemos las mochilas acá. -dijo él, poniendo la suya sobre una roca. Se descalzó, se sacó la remera y entró al agua. -Bueno. – Dijo ella imitándolo, salvo por la remera, que la tenía puesta. Sentía la inminencia de lo que vendría. La tensión sexual se palpaba en el aire, como si fuese algo casi tangible. La traición era inevitable. Se estaba sintiendo como una puta, pero lo peor de todo es que ya no quería impedirlo. Su sexo ya estaba largando fluidos, y su bombacha se había empapado antes de tocar el agua. Nahuel se hundió en el agua, nadó hasta llegar a la pequeña cascada. Cuando se paró, empapado, algunas gotas brillaban sobre su cuerpo. -¡Dale vení! – la llamó. Sofía se acercó sin zambullirse. El agua le llegaba hasta las rodillas, y hasta que llegó a mitad de la olla, le subió hasta la cintura. El agua corría fuerte entre sus piernas. Las pequeñas piedras que pisaba le relajaban los pies. De repente tropezó con una piedra más grande y cayó. Nahuel rió a carcajadas por su torpeza, pero fue a ayudarla. Cuando Sofía se puso de pie, tenía la remera empapada pegada al cuerpo, y los pechos quedaron marcados, y expuestos a su vista. Nahuel la sujetaba de la mano para ayudarla a hacer equilibrio. Fueron hasta la pequeña cascada, y entonces él la abrazó y le comió la boca a besos. Ella ya no pensaba en resistirse. Sería ...
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