1. Lo que hubiera sido (2ª parte)


    Fecha: 20/04/2018, Categorías: Hetero BDSM Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... y me metió su lengua hasta la garganta. Me aparté después de unos momentos y le propiné una cachetada en el rostro, algo fuerte. Sólo me sonrió. ¡Cómo me calienta esa disposición al dolor! ¡Su entrega, su sumisión! “Abre la boca” le ordené y así lo hizo. Escupí y ella tragó gustosa. Como respuesta, le propiné otro cachete. Seguía sonriendo. Aquellas acciones me calentaron más, si cabe. Bajé un poco el ritmo y tomé sus piernas. Las junté para que su coño apretara más mi inhiesto instrumento. La taladré con un ritmo normal por cerca de 10 minutos más en esa posición y me sentía a punto de explotar. Le avisé que quería terminar en su boca y ella misma se abalanzó sobre mi verga para engullirla. Instantes después echaba toda mi lefa sobre su deliciosa lengua. “No lo tragues, compártelo conmigo puta”, le insté y cuando nos estábamos besando, tocaron a la puerta. - Un momento –grité y me volví a ella. Era un momento perfecto para una travesura. Mi vena exhibicionista surgió– quiero que te quedes desnuda y no te cubras. En reciprocidad, yo también iré desnudo… - No –me soltó al instante, roja de vergüenza - ¿No? –Pregunté con indignación– Es una orden - No podría… -me dijo con la cabeza gacha– me da mucha pena… - ¿Y? -volvieron a tocar a la puerta gritando “su comida está lista”– Voy a abrir, tal cual estoy y espero que tu hagas lo mismo, a menos que quieras que te castigue… Dejé la frase al aire, me di vuelta y caminé desnudo hacia la puerta. Me excitaba el hecho de exhibirme ...
    ... y más aún el de exhibirla a ella. Cuando abrí la puerta, me encontré con una chica de unos veinte años, ataviada con el uniforme del hotel y con una generosa bandeja donde se encontraba nuestro desayuno: dos platos de chilaquiles, agua de sandía, dos bolillos, un par de pequeños platos de fruta y hielos. La tipa era fea y se notaba humilde. Al verme desnudo y con la polla morcillona, pero aun de buen tamaño, cerró los ojos con una exclamación de sorpresa divertida, evidenciando una sonrisa, atajo, de pena ajena. Volteó el rostro hacia otro lado, mientras su tono de piel se tornaba rojo como un tomate y me tendió la bandeja. La invité a pasar y dejar la comida en la mesita que había en la habitación. La muchacha palideció y abrió los ojos evidenciando un terror puro ante el ofrecimiento. “No te preocupes, no te voy a hacer nada, ya tengo con quién…” Me interrumpió el sonido de la puerta del baño al cerrarse detrás de mí. Una furia callada comenzó a formarse en la boca de mi estómago, mientras que la decepción me inundaba. La muchacha que traía la comida entró con extrema cautela y cuando me volteó a ver el miembro, cerró nuevamente los ojos y dirigió con fuerza su mirada hacia otro lado. Yo entré detrás de ella y mientras dejaba la comida, rebusqué entre mi ropa para extraer mi cartera y así pagarle. Ella, completamente apenada y más roja que la grana, tomó el dinero de la comida y los 50 pesos extras que le tendí como propina y salió corriendo sin apenas agradecerme. Yo, ...
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