1. Armando...


    Fecha: 20/04/2018, Categorías: Gays Sexo con Maduras Autor: renovatio111, Fuente: xHamster

    Desde que mi padre abandonó a mi madre, ella permaneció sola, hasta el día en que conoció a don Armando, un hombre que llegó a vivir a un par de casas de la nuestra y pronto se hicieron novios. Él era mecánico y a menudo andaba vestido con un overol que usaba para cuidar su ropa.Una tarde de abril, mi tía Teresa enfermó gravemente y debió ser hospitalizada. Mis primos llamaron por teléfono a mi madre y le comunicaron el infausto suceso. Mi madre, instantáneamente, manifestó su deseo por acudir al lado de su hermana, pero luego, pensó en que probablemente tendría que pasar la noche en el sanatorio acompañándola. En aquel entonces, yo tenía 14 años y, debo decirlo, era muy inocente, por lo cual ella no se animaba a dejarme sola.En nuestra casa estaba de visita en aquel momento, don Armando, que le hacía algunas reparaciones eléctricas. El, instantáneamente, terció indicándole a mi madre que no debía preocuparse por mí. Que él se ocuparía de cuidarme y, para comer, ya nos las arreglaríamos.Mi madre dudó un momento pero, ante la alternativa, no tuvo más remedio que aceptar. - Está bien -dijo finalmente-, iré si me prometés portarte bien con Armando. - Lo prometo -le respondí.Para entonces, ya desde un tiempo atrás me había iniciado en el sexo con las clásicas masturbaciones de adolescente pero, cosa curiosa, generalmente lo hacía pensando en hombres y escasamente, en mujeres, porque en mis fantasías eróticas, no sé por qué, aparecían hombres, con una característica común: ...
    ... grandes penes.Sabía que tenía que ser muy cuidadoso, ya que mi madre era muy estricta en estas cuestiones y no sabría comprender mis nacientes aficiones por el sexo. Siempre buscaba momentos de soledad (a la hora de dormir, en el baño, etc.) para dar rienda suelta a mis instintos sexuales. Sin embargo, hasta los catorce años, no había tenido aún una relación sexual en forma.Al rato de que mi madre se fue, me disponía a ver televisión, cuando sonó el timbre de la puerta. Era don Armando que deseaba saber si yo necesitaba algo. El me miraba con una sonrisa y yo, le respondí que le agradecía su interés, pero que me encontraba bien.- Está bien. Debo hacer algo ahora, pero regresaré después a ver cómo estás.- Gracias -fue lo único que atiné a decir.Estaba vestido con un viejo overol que en otro tiempo debió ser azul, que estaba bastante raído y tenía un agujero a la altura del pubis. Lo tenía abierto casi hasta la cintura, mostrando su pecho velludo y que no tenía otra prenda debajo. Se le cayó un destornillador que llevaba en la mano y yo me agaché para recogerlo. Entonces advertí, a través del agujero, que realmente no tenía ropa interior y pude ver adentro el pene que aquel hombre escondía bajo el overol. Cerré la puerta y no lograba quitarme de la cabeza el miembro de don Armando, por lo que planeé una masturbación memorable para esa noche, haciéndome toda clase de fantasías con él.El famoso don Armando era un hombre de unos 50 años, moreno, algo rollizo, con el pelo entrecano. Le ...
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