1. Genevieve la diosa


    Fecha: 25/04/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos

    Genevieve vive en lo que nosotros llamaríamos el paraíso. Tal y como lo denominaban los griegos, sería el equivalente a Afrodita, la Diosa de la belleza. Es como suponemos, muy hermosa. Tiene los ojos azules, una melena rubia preciosa, que sobrepasa sus hombros y un cuerpo de Diosa. Pechos grandes, pero no excesivos, piernas largas, hermosas, con unas caderas muy atractivas y un culo hermoso. Pero Genevieve se aburre en el paraíso. Hace siglos que no se le permite bajar a la Tierra como antaño, en la época en que los griegos forjaron sus leyendas de Dioses y Diosas. Ahora tiene prohibido mezclarse con los humanos como hizo antaño. -Hola Genevieve, le dice su padre, el gran Hiposteo. (Hiposteo es el nombre real del Dios conocido como Zeus) -Hola padre. -¿Qué tal? -Bien, solo que un poco aburrida. Echo de menos cuando podíamos bajar a la Tierra. -Eso se prohibió por un motivo, hija. Bastantes problemas nos dio con los humanos entonces. -Pero ahora nadie se enteraría. Me haría invisible. -¿Invisible? ¿En serio? -Si, invisible, solo me dedicaría a observar a los humanos. -Creo que siguen igual que hace siglos. Pero tú verás. Si no interfieres, puedes bajar en forma invisible. Genevieve dio las gracias a su padre y salió corriendo a su cuarto. Se puso su ropaje, una túnica color marfil, hecha con tejido Divino, y recogió su melena en una coleta. Aunque nadie podría verla, decidió maquillarse un poco. Ya preparada, se concentró y repitiendo una frase, se desvaneció del paraíso y ...
    ... apareció en la Tierra. Se encontraba en una ciudad de Europa, en Grecia para ser exactos, cuna de su primera aparición en nuestro mundo. El mundo había cambiado mucho desde su última bajada a nuestro planeta. Se contempló en el escaparate de una tienda, viendo lo hermosa que era, una vez más. Una mujer detrás de ella también miraba el escaparate, pero obviamente no podía verla. Era hermosa, pero nada que ver con ella. Se sentía orgullosa de su belleza, pero sobre todo de su inmortalidad, algo que los mortales no podían tener. Cuando esa mujer fuera una anciana, ella seguiría siendo igual de joven que ahora. Lo único que envidiaba Genevieve que tenían los humanos, era el sexo. Los humanos procreaban mediante el sexo, pero los Dioses no. Ellos tenían también órganos sexuales, pero se reproducían de otro modo. No podían desperdiciar sus genes divinos, en formas tan groseras como los humanos. Aunque su padre como Zeus, ya había derramado su semilla en alguna mortal. Pero claro, nadie se atrevía hoy en día a recordarle eso. Aun así, Genevieve ya había tenido relaciones carnales con algún mortal. Recordaba a un herrero muy hermoso, con el que tuvo sexo hacía dos mil años. Pensaba que ahora estarían sus descendientes repartidos por la Tierra, como lo fue en su momento Aquiles, el semidiós, cuando su padre se dedicaba a fornicar con las mortales. Pero claro, eso trajo muchos problemas y desde hacía muchos siglos, su padre les tenía prohibido bajar a nuestro mundo y mucho menos aún ...
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