1. Te va a doler 1


    Fecha: 28/05/2018, Categorías: Gays Autor: juanitocaminador, Fuente: SexoSinTabues

    Sólo una historia de hombres La verdad, estoy orgulloso de mi pija. Claro, no somos muchos los que tenemos 26 cm. Mis amigos me llaman "el burrito", como a Ortega, y yo, haciéndome el boludo, les retruco - che, no me tiren mierda con un jugador de River, yo soy de la Academia! De chico la tenía normalita, no tenía muchas referencias, la única comparación venía de bañarme a veces con algún primo, y la mía no era más grande que la del pariente. Pero a los doce, junto con el engrosamiento de la voz, el amigazo comenzó a crecer descomunalmente. De todas maneras, como no sabía cómo eran las de los demás, no me daba cuenta. El descubrimiento vino luego de la primera clase de educación física de la secundaria, cuando me fui a las duchas junto con mis compañeros. El primero que la descubrió fue Javier: -Wow, miren que pedazo de verga que tiene este hijo de puta!!, muchachos, el culo contra la pared! Yo me moría de vergüenza, pero de a poco, la admiración de mis amigos me fue gustando y me fui dando cuenta que tenía una virtud especial. Comenzaron los apodos: el tres pies, trípode, el encantador de serpientes, el de la boa, me hacían sonreir, pero yo con mis trece seguía casi asexuado, era virgen, no me masturbaba y no sentía gran cosa, casi nada por las chicas y mucho menos por los chicos. Claro, ser el espectáculo de las duchas de a poco me fue llevando a observar a mis espectadores, era cierto, comparada con la pija de mis compañeros la mia era descomunal. Un día se bañó con ...
    ... nosotros el profe, un pibe joven y muy piola, y mis compas enseguida salieron -profe, profe, se la vió a Lucas? El profe, con un poco de sorna, me la miró y demolió mi naciente orgullo con apenas dos palabras: "grandota y boba". En el aire quedó flotando un nuevo apodo: el pija boba, y eso ya no me gustaba. Tenía que aprender a usarla. Empecé por comenzar a darle bola a las charlas de mis amigos y de mis primos, que nunca me habían interesado, me hice con un poco de miedo la primera paja y miré con mucha curiosidad esa cosa blanca que me había salido. Taba bueno eso de pajearse. El amigazo seguía creciendo, el bulto dormido ya se notaba en el jean. Un día descubrí a mi viejo cuchicheando con un par de amigos, les hablaba, con una sonrisa de oreja a oreja, del tamaño de mi verga, se notaba que estaba orgulloso de que su hijo fuera pijudo. Claro, él no sabía que era grandota y boba. Tenía que hacer algo. De pronto en las duchas me fui dando cuenta de una cosa, algunos amigos me la miraban con admiración, pero otros, unos pocos, me la miraban muy serios, muy fijamente. Por qué?, por envidia?, o les gustaría? Yo, por las charlas de mis amigos, sabía muy bien lo que era un puto, pero era algo que se contaba, que se decía, no podía imaginarme que alguna vez la vida pudiera cruzarme con uno. Los putos eran como los gorilas, sabía que en África había, pero en mi prosaica Avellaneda nunca iba a ver uno ni de cerca. Sin embargo, el gorila estaba mucho más cerca de lo que yo pensaba. Tío ...
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