1. Azúcar


    Fecha: 22/06/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Existen cierto tipo de estancias (a lugares, me refiero) que habitan, temporalmente en su mayoría, personas que gozan de ideas liberales, cuya ética es cuestionada por otras que no gozan del mismo sentido de la moral. Se dice que estas personas pululan por playas, hoteles y campings, sin prenda que les tapen sus vergüenzas, esto es, desnudos (lo explico porque, como yo, puede que haya gente que piense que su desnudo no es cosa vergonzosa). Me dirigiré ya a la historia que, sin tanta retórica, les explicaré: Precisamente fue en un camping de los inmorales donde me sucedió, lo que hará para algunos más excitante mi relato, mientras que a otros les dará exactamente igual. Disculpen que me desvíe, ya prosigo: Contaba yo con 17 años, cuando comenzaron mis vacaciones del año 97. Partíamos un uno de agosto y no regresaríamos a casa hasta entrado el mes de septiembre, mes y un poco en el que recorreríamos la costa mediterránea española casi al completo, unas veces por placer, y otras por deber (sí, hasta en vacaciones tenía compromisos mi padre). La primera parada era en este camping, del cual no remitiré su nombre ni su emplazamiento. Posee mi familia una bonita caravana, alegre por lo distinta y distinta por un suceso acontecido antes de que yo tuviera conciencia de mi propia vida, allá por el 89 o el 90, año en que mis padres a bordo de esta caravana, emprendieran completa la romería del Rocío, en la que no tuvieron más brillante idea que decorar su exterior con cantidad de ...
    ... circulitos de papel charol, de distintos colores y diámetros, repartidos de forma equidistante unos de otros, lo que tuvo que llevar su tiempo (o quizá no). El caso es que la caravana yace allí todo el año, en el aparcamiento de dicho camping, y cuando llegamos sólo hemos de pedirle a los mozos de mantenimiento que la coloquen en una parcelita libre, la cual nos guste, cerca de la playa, de la piscina, del bar, con sombra... He de confesar que aquel año, al llegar, la mayoría de las plazas estaban cubiertas, y que nos tuvimos que conformar con una grande pero desolada parcela donde sólo crecía un insignificante almendro. En cambio, y aunque a mis padres no le afectara, fue la mejor posición que podía haber encontrado nunca. Una vez orientado como mi madre quería (que si aquí no porque no sé qué del sol, aquí tampoco que es el sur...), me di cuenta de que la ventana que había junto a mi litera me mostraba otra caravana (algo más antigua que la mía), que en el momento de mi llegada yacía sin habitantes... El día fue pasando mientras adecentábamos la caravana, pero tras el nimio almuerzo, mi padre me dio libertad para ir a encontrarme a mis antiguos amigos. Pensé que lo más probable era que estuviesen en la piscina, como todos los años atrás que había venido, pero no era así, habían madurado y ya no les gustaba la piscina (que a mi nunca me había gustado), sino la amplitud y la belleza del mar (que yo siempre había adorado). Estaban sentados en uno de los extremos de la prolongada ...
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