1. Una fantasía hecha realidad


    Fecha: 02/09/2017, Categorías: Sexo a distancia, Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Hace un año empecé a trabajar en una empresa de mi ciudad. Desde el primer día estaba muy agusto en mi nuevo puesto de trabajo, y comencé a trabar amistad con mis compañeros, todos ellos gente maja. El ambiente laboral era muy distendido, había bromas y risas todos los días. Por supuesto, también se trabajaba duro, pero siempre había tiempo para el relax. La empresa tenía comprobado que dar ese tipo de libertad a sus empleados repercutía positivamente en la productividad, y sobre todo en nuestro bienestar. En mi oficina nos sentábamos en mesas individuales, cada uno frente a un ordenador. Mi sitio estaba enfrente de J., un chico moreno, de ojos negros y mirada intensa, sonriente, bromista y alegre. Al principio he de reconocer que no me fijé mucho en él. Pero un día, por pura casualidad, empezamos a hablar. En la empresa teníamos un sistema de comunicación entre los ordenadores mediante chat personal, de manera que podíamos enviarnos mensajes privados con otros compañeros de trabajo. Desde el día que J. y yo empezamos a relacionarnos más, los mensajes comenzaron a ser muy frecuentes entre nosotros. Hablábamos de todo, del trabajo, de las vacaciones, de los amigos, de los planes para el fin de semana... y de sexo. La verdad es que no entiendo muy bien por qué, pero desde el primer día J. y yo abordamos el tema con toda naturalidad. Y pronto empezamos a decirnos cositas, o más bien a tirarnos los tejos. Nos contábamos con todo detalle qué nos haríamos el uno al otro si ...
    ... estuviéramos solos, encima de una mesa de la oficina, en el parking, en el ascensor... Nos daba muchísimo morbo tener esas conversaciones calientes en medio de la oficina, aunque "por culpa" de eso muchas veces J. no podía levantarse de la silla hasta que le bajara la erección, y yo notaba las braguitas demasiado húmedas. Las conversaciones sexuales - o más bien ciberpolvos - se fueron haciendo más frecuentes, más explícitas, más calientes... hasta que un día, en pleno intercambio de mensajes muy subidos de tono, ya no podíamos más. Llevábamos tres meses haciendo esto casi cada día, y había llegado el momento de hacerlo realidad. J. me envió un mensaje "Te espero en el ascensor" y se levantó de la silla. Al principio me quedé parada, no sabía si iba en serio, porque no era la primera vez que me hacía creer que íbamos a cumplir alguna de nuestras fantasías. Pero cuando pasaron algunos minutos y vi que no volvía, decidí levantarme. Salí al rellano y J. estaba allí, sosteniendo la puerta del ascensor y mirándome con deseo. El bulto de su pantalón era inconfundible. Se me hizo un nudo en el estómago, me sentía nerviosa, a pesar de todas las ganas que tenía de echar un buen polvo con J. No lo dudé más. Me metí en el ascensor y le dimos al botón del parking. Nada más cerrarse la puerta, J. empezó a besarme desenfrenadamente, metiéndome la lengua y jugando con la mía, mientras me acariciaba los pechos por encima del jersey. Podía sentir sus jadeos de excitación, y empezó a contagiármelos. ...
«123»