1. Depravación


    Fecha: 01/07/2018, Categorías: Hetero Autor: Angelito;), Fuente: SexoSinTabues

    ... que, al apretarlo, desprendía un líquido un tanto curioso. No había podido elegir mejor, era la coartada perfecta para recuperar fuerzas. Así pues introduje el juguete cuanto permití su coño, y no era poco. Ella gritaba de placer mientras apretaba con entusiasmo sus enormes pechos. Su larga melena estaba desparramada sobre la cama, era sin duda una diosa terrenal dispuesta a compartir conmigo todo su ser. Apreté aquello contra ella, el líquido la "quemaba" según ella, pero quería más. Utilicé una mano para acariciar sus pechos, yo casi estaba recuperado. La escena continuó con el continuo vaivén del consolador. Sus gritos iban a producirme otra eyaculación, así que me centré en mi función: seguir introduciéndole aquel artilugio. Ella era incapaz de besarme al mismo tiempo que gemía, su cara denotaba un placer indescriptible. Estab muy mojada muy mojada. Sin querer comencé a frotar mi miembro contra su muslo, claro síntoma de que quería más. Estaba bajo mi poder, mas en un alarde de fuerza de voluntad se echó sobre mí; creo que se había dado perfecta cuenta de mi excitación. Me tumbó y se sacó aquel consolador con mucha facilidad, gracias en parte a su propio líquido que chorreaba por sus piernas. Ahora sería imposible pararla. Colocó sus manos sobre mi pecho e introdujo al mismo tiempo mi miembro en el suyo. Acto seguido comenzó a botar lentamente, lenta y pausadamente. El roce era de lo más gozoso, relajante, casi se me cerraban los ojos. Se agachó sobre mí, yo tenía la ...
    ... cabeza ladeada y los ojos cerrados, no tenía la suficiente fuerza como para abrirlos, toda se había ido a mi miembro. Notaba su aliento en mi cara, su constante jadeo que me excitaba aún más y más. Su botar se hizo ligeramente más rápido, cada vez más rápido y continuado, era el edén, el paraíso terrenal. Sus pelos rozaban mi cuello, lo cual me producía un inquietante cosquilleo. Mis gemidos eran entrecortados, era incapaz de hacerlo más fuerte. Y ella botaba y botaba. Al fin logré sacar fuerzas de flaqueza, la miré a la cara pero no tuve tiempo de contemplar sus hermosos ojos cuando ya me estaba besando. No podía más, ¿estaba dispuesto a rendirme ante ella?. Lo cierto es que la idea de caer a sus pies me ponía más aún si cabe, pero mi condición de macho no me permitía tal cosa. En un acto de puro heroísmo me erguí, la abracé a la altura de la cintura con mis largos brazos y boté con ella. Puse todo de mi parte. A ella le gustaba demasiado, casi le dolía, era como la primera vez, lloraba de gusto, yo temblaba, la piel de gallina, el estómago revuelto, el sudor que nos consumía. Los jadeos se hicieron gritos, nuestros botes eternos. Dentro y fuera, dentro y fuera, mi miembro se introducía cada vez con mayor energía, es como si se conociese el camino. El frotar era cada vez más sonoro, más rápido, sus pelos se revolvían ante el paso de mi ariete. Pronto todo terminaría. "Más rápido" gritaba ella, "más rápido", Sin proferir palabra aumenté el ritmo, cada vez más sofocante aunque ...