1. Alicia sin su marido


    Fecha: 05/07/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... tampoco le soy fiel a él, y no sé si lo sospecha o no. Somos un matrimonio bastante liberal, pero no sé si terminaremos divorciándonos o haciendo un intercambio de parejas o un trío. Me encanta el sexo. Me refiero al sexo puro, sin adornos, sin cenas románticas, sin velas, sólo sexo. Con la edad he aprendido a buscar las cosas que me apetecen, sin tapujos, no andarme con bobadas. Cuando un hombre me mira (y me pasa muy a menudo, créanme), y noto en su mirada que hay solamente deseo, me excita, y si la ocasión lo permite, no dejo de aprovecharlo. Lo que voy a contar ocurrió el verano pasado. Mi marido tiene un pequeño taller mecánico en las afueras de Madrid, y había ido cuatro días a hacer un curso de electricidad del automóvil, o algo parecido. El taller es pequeño, pero tiene un empleado, David, que es sordomudo, pero que tiene sólo veintidós años y un cuerpo excepcional. Yo había observado cómo me miraba cada vez que entraba al taller y me gustaba que lo hiciera, de hecho procuraba vestirme con ropa ceñida cuando tenía que ir allí a algo y disfrutaba exhibiéndome delante de él. Aquella mañana estaba abriendo el taller y no había ningún cliente. Yo me había levantado bastante lanzada porque la noche anterior había estado de copas con unas amigas pero el plan que teníamos con unos tíos había salido fatal, al final nos habían dado calabazas a todas y nos habíamos vuelto a casa bastante enfadadas. Desde la ventana de mi dormitorio, mientras desayunaba, le vi abriendo la ...
    ... puerta y tracé un plan. Me puse un vestido corto de gasa pero sin nada debajo, de manera que, sin transparentarse del todo, se dejara intuir que iba desnuda. Cogí unas esposas que mi marido y yo habíamos usado alguna vez en nuestros juegos, un tarro de crema lubricante, el móvil, y me bajé al taller. Por suerte, cuando llegué aún no había llegado ningún cliente. Mi presencia fue advertida inmediatamente por David. Me dirigí a la puerta exterior del taller y la cerré. Él me miraba con cara de estúpido, pero con unos ojos que parecían querer comerme entera. Yo me supe atractiva, me sentí mujer y empecé a sentirme caliente. Sin mediar una palabra con él (es sordomudo, os recuerdo), me levanté la falda y le enseñé mi coño por un instante. Después le hice un gesto con las esposas y entendió de inmediato, porque me tendió las manos para que se las pusiera. Todo estaba dispuesto para lo que yo había planeado. Le indiqué por gestos que debía desnudarse. Creo que le dio un poco de corte, porque se fue a su vestuario y apareció desnudo pero con una toalla de lavabo atada a su cintura y las botas puestas. Le llevé a una columna que hay en el centro del taller y le esposé las manos a la espalda por detrás de la columna. Ya era mío, y yo tenía ganas de divertirme. Delante de él me quité el vestido, quedando completamente desnuda, solamente con los zapatos. Su cara era un poema. Se le veía en la mirada el deseo, pero también el miedo y la vergüenza. La toalla que llevaba puesta dejaba entrever ...
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