1. El mozo del supermercado


    Fecha: 12/07/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Infidelidad Autor: Iría Ferrari, Fuente: CuentoRelatos

    ... sino que, lo que quiere realmente es acompañarme a mi domicilio con motivos más perversos. Entre miradas y titubeos, el muchacho coge las bolsas, las acarrea y así de paso me demuestra lo fuerte que esta y se exhibe ante mí con decisivo pavoneo: -Vamos que te acompaño. Sin dudarlo iniciamos el camino hacía mi casa que esta a solo unas cuatro manzanas de allí. Los primeros pasos son cortantes, al menos por mi parte, suelo ser alguien muy sociable y extrovertida, pero, en esta situación no me había visto inmersa nunca y no se como gestionarla. Tengo a mi lado un chico muy guapo y joven dispuesto a cargar mi pesada compra como cuál caballero corteja a su dama, solo, que esto no es un cuento y yo ni soy una princesa ni estoy soltera. Las ideas agolpan mi cabeza, quiero, ser amable y mi boca se decide por seguir coqueteando sin más con este chico, mi cerebro no obedece las órdenes, va por libre imaginando el momento en el que lleguemos a la puerta de casa. Y ese momento llega… a unos metros y un semáforo de mi domicilio, la conversación se ha convertido de lo más pícara, y yo me siento en una nube de placer, extasiada por la novedad de que algo curioso sucede en mi vida diaria. - Hemos llegado. Le digo intentando que suelte las bolsas en la puerta. - No te preocupes. Yo te las subo. Ay madre, pienso y se me acelera el corazón, mi respiración se entrecorta. Tanta amabilidad gratuita se me extraña, y llego hasta pensar mal. Entre miedo, excitación y expectativa subo las escaleras ...
    ... por delante de él. Dejando ver el contoneo de mi silueta y mi culo en los leggins que llevo puestos. Noto su mirada profundamente clavada, repasándome de arriba a abajo como si fuera una presa. Saco las llaves nerviosa y abro la puerta. -Puedes dejarlas aquí. ¿Te apetece una coca cola o un café? Al fin y al cabo no has desayunado y era tu descanso, es lo mínimo que puedo hacer por ti después de tu gran ayuda, esto pesaba mucho. Le digo a modo de agradecimiento. Y entonces se acerca a mí sigiloso como un gato, quedando a un palmo de mis labios, roza mi cabello y me dice al oído: - Lo que me apetece es desayunarte a ti. Un escalofrío recorre mi espalda, en el fondo esta escena porno no está bien, soy casada, pero lo deseaba, me excitaba la situación y yo la he propiciado, ahora no puedo echarme atrás… o sí y.... no sé que hacer... hasta que sus besos se posan sobre los míos, y su lengua se retuerce en mi interior con una humedad ávida de sensualidad. Sus manos me recorren entera pero con delicadeza. Me coge por la cintura y me sube al mueble que tengo en la entrada, me sienta sobre él y rápidamente arranca mis leggins hacía abajo para dejarme desnuda de cintura abajo. Se arrodilla en el suelo frío, pero no le importa, mientras sus manos acarician mis muslos. La humedad de mi entrepierna crece en segundos, y agarro su pelo fuertemente para arrastrarlo a mi vagina. Lame de una manera alocada, es como un san Bernardo muerto de sed, su lengua golpea mi clítoris haciéndolo estremecer ...