1. Experiencia imprevista


    Fecha: 12/07/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... nadie se asusta por ello. Será como estar en una playa de esas, le contesté yo. Ni corto ni perezoso comencé a desnudarme lentamente y, en honor a la verdad, he de decir que con un poco de vergüenza. Mientras tanto mi hermana se lo había tomado como un juego y me observaba sentada desde el borde de la cama. Cuando llegó la hora de quitarme los calzoncillos y quedarme totalmente desnudo, traté de girarme un poco para disimular mi media erección. Pero María se dio cuenta y dijo: Paco, eso no vale. Habíamos quedado en que esto era como una playa nudista. Vale, tienes razón. Así que me volví un tanto azorado y pude contemplar como su vista se posaba sobre mi pene. Vaya, vaya, hermanito. No sabía que estabas tan bien dotado, dijo, riéndose maliciosamente. Imagino que mi cuñadita estará muy contenta con esa herramienta. Nunca había oído a mi hermana hablar de esa manera, por lo que sus palabras me excitaron aún más y consiguieron que mi pene se pusiera totalmente inhiesto. Ante esa visión mi hermana se puso inmediatamente de pie y se acercó a mí con aviesas intenciones. Yo la detuve y la dije que no era justo que me viera de esta manera mientras que ella seguía vestida. No te preocupes, eso tiene fácil solución, comentó ella. Y lentamente, con sinuosos y sensuales movimientos, comenzó a desvestirse. Cuando la contemplé totalmente desnuda fui yo quien se quedó sin habla. Ante mí aparecía una hembra realmente escultural. Me olvidé que era mi hermana y en mi me mente se despertaron ...
    ... mis deseos más animales. Tenía unas caderas redondeadas perfectas, un pecho grande y firme para su edad y un monte de venus delicioso, muy peludo y perfectamente triangular. Se dio una media vuelta insinuante para mostrarme su culo. Era realmente un culo espléndido, firme, alto, sin rastros de celulitis. Me acerqué a ella y sin mediar palabra comenzamos a besarnos terminando tumbados sobre la cama. Me ofreció su jugosa vulva y sin pensarlo dos veces comencé a comérmela. Sus jugos calientes se derramaban sobre mis labios. Su olor era delicioso, a hembra poderosa. Pronto empezó a gemir y retorcerse y en pocos minutos tuvo un orgasmo sensacional. Inmediatamente después se llevó mi pene a su boca y empezó una mamada suave, cambiando lentamente de ritmo. Tan pronto recorría con su lengua el tronco de mi verga como se detenía a dar pequeños lenguetazos en mi glande. Cuando estaba a punto de correrme dirigió mi herramienta hacia su cara, suplicándome que me corriera sobre ella. Cumplí su deseo y una tremenda carga de leche espesa y caliente la inundó no solo su cara, sino también su pelo, sus ojos, y grandes goterones se deslizaban cansinamente sobre sus pechos, entreteniéndose ella en masajeárselos con tan rica crema. Después de esta faena nos dirigimos por fin a la jacuzzi. Allí, acomodados uno frente al otro y con las piernas abiertas, empezamos un nuevo juego erótico, acariciándonos con los pies nuestras partes más íntimas. En poco tiempo ya estábamos listos para un nuevo asalto y ...