1. Necesidad Ardiente


    Fecha: 13/07/2018, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Hola, soy una chica de 27 años, mido 1.60 cm, trigueña, de cabellera larga y lacia, y de cuerpo digamos que normal, aunque sí debo decir que tengo un trasero bastante bien formado que heredé de mi madre; divorciada y con una hija de 10 años. En fin, este relato que voy a contarles es verídico, sucedió en el año de 1998, es decir, hace 6 años, cuando yo era una estudiante universitaria de 21 años. Todo comenzó cuando, por la necesidad de mantener a mi hija, ya que desgraciadamente el padre de ésta fue un desobligado, tuve que buscar trabajo de lo que fuera, siempre que tuviera tiempo para mis estudios, pero no encontraba nada, hasta que un día una vecina me comentó que una amiga suya estaba buscando quien le ayudara con los quehaceres de la casa, lo que no me pareció mala idea y fui a verla; después de una corta entrevista y poner las condiciones de trabajo, fui contratada de inmediato, y cómo no si la casa era un desorden total, pero era de esperarse, ya que tanto la señora, como el marido, trabajaban; en fin, iba a esa casa 2 veces por semana, miércoles y sábados; cabe decir que dentro de esas condiciones también puse las mías en claro, necesitaría permiso de salir por las tardes a mi casa para ir a ver a mi hija y saber si ya había comido, ya que una vecina era quien se encargaba de recogerla de la escuela el miércoles, llevarla a casa y cuidarla mientras yo regresaba hasta anochecer, y los sábados se quedaba la niña con ella hasta que terminaba mis quehaceres, permiso ...
    ... que me fue concedido siempre que regresara a terminar mi trabajo, y aunque terminaba exhausta siempre me di tiempo para continuar mis estudios y hacer mis tareas. El señor de la casa, en aquél entonces un hombre de aproximadamente treinta y cinco años, desde el momento en que llegué a la entrevista, me miró de una forma tan cachonda que me logró excitar y casi casi me moje la pantaletita, fue cuando supuse que le atraía, jaja, era muy excitante saberme deseada por un hombre después de que mi marido no me tocaba ni un pelo, e insólitamente se me vino una idea a la cabeza. El plan estaba trazado, por las mañanas iría como si nada, pues el señor se marchaba a trabajar, pero por las tardes, cuando él regresara y su esposa saliera a trabajar, me daría tiempo de hacerlo sufrir un poco, a ver si se animaba a tomarme entre sus brazos y hacerme suya, como lo había imaginado desde un principio, así que, aprovechando mis salidas para ir a ver a mi hija, me daba un baño y me cambiaba de ropa, vistiéndome a partir de esa hora con unos shorts diminutos, de esos que dejan poco a la imaginación, y una que otra licra ajustada a mi cuerpo para realzar mis nalgas, que como ya dije, es lo mejor de mi cuerpo. No miento si les digo que al principio me pasó por la mente la idea de dejar todo eso y hacer aquello por lo que me contrataron, aseo, ya que cabía la posibilidad de ser descubierta por la dueña y que me corriera por andar de exhibicionista delante del marido cuando más necesitada estaba de ...
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