1. Matrimonio de conveniencia


    Fecha: 28/07/2018, Categorías: Incesto Autor: kiko, Fuente: CuentoRelatos

    Galicia, años 60. Venancia era una joven tímida, delgadita, de un metro cincuenta de estatura, pequeñas tetas y pequeño culo. Sus ojos negros eran grandes y su cabello castaño le llegaba a la cintura. Parecía tan frágil como una muñequita de porcelana. Muy joven se había casado con Anselmo, un hombre de setenta años, alto, casi calvo y seco. Era un matrimonio de conveniencia, de conveniencia para sus padres y para Anselmo, que por un puñado de tierra se llevara a una virgen, a la que cinco años más tarde tenía dominada, asustada, y pasando más ganas de polla que un sin techo de filetes de ternera. Venancia iba todos los días del caserón donde vivía a la iglesia y de la iglesia al caserón sin levantar la vista del suelo. No podía hablar con nadie si no quería probar el cinto de Anselmo. Cosa que ya había probado más de una vez al no levantársele la polla al viejo y echarle la culpa a ella. Encima era una mierda de polla, nueve centímetros le medía y era delgadita. Hasta tal extremo llegaron los enfermizos celos de Anselmo que contrató a Nuria, una tía de Venancia, para que fuese su sombra en el tiempo que él no estuviera con ella. Nuria, que tenía 40 años, era una mujer morena, de estatura mediana, bastante agraciada, pero también era una mujer oscura, con un apetito sexual desmedido y unas enormes ansias por llegar a ser rica. Venancia no tragaba a su tía, ya que sabía porque la tenía de criada personal, pero la cosa iba a cambiar una mañana que Nuria le llevó en una bandeja ...
    ... el desayuno a cama, y le dijo: -¿Si te cuento algo de mi hijo no se lo dices a Anselmo? -Nada le cuento a mi marido de mi vida. -Voy a pasarle la llave a la puerta, por si viene por ahí el viejo. -¡¿Tan peligroso es lo que me va a decir?! -Muy peligroso. Nuria cerró la puerta con llave y volvió a sentarse en el borde de la cama. Venancia estaba intrigada. -¿Qué es? -José Luis me va a enfermar por tu culpa. José Luis era el hijastro de Venancia, un joven delgado, alto y guapo de cara, que trabajaba de albañil. Venancia preguntó, intrigada: -¿Por mi culpa? ¿Qué le pasa a mi primo? -Que come poco, duerme poco y no hace otra cosa que pensar en ti. Nunca vi a un hombre tan enamorado. -No me engaña, tía, Anselmo le mandó tirar de mí. -No, nena, el pobrecito hasta te escribe poesías. -Ahora también es poeta. Nuria sacó un papel del medio de sus grandes tetas y se lo dio. -Esto es algo de lo que escribe: Venancia, leyó: Sé que soy menos que una pluma en el edredón de tu vida... Se que soy menos que la bruma... Se que no soy nada, querida, nada más que un pobre enamorado que se muere por besar todo tu ser. ¡Venancia, diosa del amor! ¡Que duro, que duro, es querer a quien nunca me dará su candor! Venancia le dio el papel de vuelta a su tía. Se bebió el zumo de naranja que le llevara. Bajó la cabeza, y le dijo: -Estuvimos enamorados. -Lo sé. -¿Quieres encontrarte con él? -No, soy una mujer casada, casada y honrada. -Casada, y maltratada. -Y honrada. -Todas somos honradas hasta que nos ...
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