1. Desafío de galaxias (capitulo 33)


    Fecha: 30/07/2018, Categorías: Grandes Series, Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    —Aunque estemos a punto de llegar a Santiago de Comporrstela… —estaba diciendo Anahis mientras seguía dando pedales, cuando Marisol la corrigió. —Compostela, se dice Compostela. —Compossstela. —No sisees, Compostela. —No siseo, Compossstela. —Vale mi amor, —desistió Marisol con una sonrisa. —Como te decía, me resulta asombroso que reconstruyerais está ruta como estaba originalmente en la Tierra. —Mujer, aunque la distancia desde Roncesvalles es prácticamente la misma, unos setecientos cincuenta kilómetros, más o menos, la orografía y la climatología no son igual. En Nueva España, con el doble sol, siempre es verano salvo en el periodo de lluvias, pero por lo demás, los pueblos y los monumentos arquitectónicos están casi en el mismo orden. —Me gusta esto del Camino, relacionarnos con los demás peregrinos, convivir en los albergues… —No sé yo si estoy de acuerdo… —¿Cómo que no?, lo que te pasa es que, cuando te reconocen, la gente se aproxima a ti para demostrarte su cariño. Pero no se ponen pesados, no te quejes. —Si no me quejo… bueno si, el otro día un tonto aprovechó la circunstancia para tirarte los tejos. —¡Ajajá!, ¿estás celosilla? —¡No estoy celosilla! Pero al próximo que lo intente, le cojo de un huevo y se lo retuerzo. —¿Y si en una hembra? —Pues la retuerzo… una teta… o se la arranco, meda igual. —¡Pero que bruta eres! —y cambiando de tema añadió—. Estoy deseando llegar a Santiago de Compossstela. —Si te ha gustado el Camino, con Santiago vas a flipar, con la ...
    ... ciudad en su conjunto, con la catedral y con el alojamiento que he reservado. —¿Alojamiento? ¿dónde nos vamos a alojar? —¡Ah! Sorpresa. Anahis, recién duchada y envuelta en su albornoz, salio al balcón del Parador Nacional de Santiago de Compostela. A su izquierda, la espectacular fachada de la catedral. —Todo esto es muy antiguo mi amor, —dijo Anahis cuando notó que los brazos de Marisol la rodeaban. —En tiempo terrestre, este Parador tiene 1.650 años y la catedral unos trescientos más, —respondió Marisol mientras su mano se introducía por la abertura del albornoz y se alojaba sobre la vagina de Anahis. —¡Ummm…! Que impetuosa. —¿Cómo que qué impetuosa? Hace más de una semana, ocho días que ni te huelo. —¿Cómo que una semana? Me cazaste debajo de un árbol, uno de esos que pincha, que no se me olvida. —Un pino, era un pino. —Pues un pino, y termine con la cola como un erizo. —¡Qué exagerada! Es que en un albergue lleno de peregrinos no podía meterte mano, —dijo Marisol mientras la besuqueaba el cuello y sus manos la acariciaban los pechos— no seria apropiado. —¿Y crees que aquí sí? —Sí. —Vale, pero tenemos que bajar a cenar que es muy tarde. —¡Qué le den a la cena! —dijo Marisol cogiéndola de la mano y tirando de ella. La llevo a la cama, la despojo del albornoz y se tumbó sobre ella. Sus labios entraron en contacto con una pasión desaforada y durante un par de horas se amaron como siempre hacen… cuando pueden. —¿Qué vamos a hacer mañana? —preguntó Anahis cuando se recuperaron. ...
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