1. Un trans me enseñó el verdadero placer (Parte I)


    Fecha: 30/07/2018, Categorías: Transexuales Autor: buscotrans, Fuente: RelatosEróticos

    Les contaré un poco sobre mí. Soy un chico de 33 años, moreno, chaparrito de 1,65 de altura, bastante flaco y que generalmente se pone cachondo muy fácil por cualquier mujer. Desde los 13 años conozco la masturbación y desde entonces prácticamente casi todos los días no he parado de acariciar mi pene, de poco más de 15 cms., hasta verlo botar leche como una fuente. Tengo todo tipo de fantasías para alimentar mi deseo sexual: adoro pensar que mi novia tiene sexo con su amante, imagino a mis amigas desnudas y siendo penetradas por sus novios, pienso en orgías de todo tipo, recuerdo aquellas oportunidades cuando a los 17 años desde las sombras veía a mi hermana mayor salir desnuda de la ducha con su concha peluda y pezones marrón oscuro para luego acariciarse todo su cuerpo con crema para la piel y he llegado a los extremos de disfrutar de mi culo con botellas, el mango de destapa cañerías y cepillos de dientes. Sin embargo, hay un deseo que tengo desde hace un año aproximadamente. Voy a un bar de la ciudad, de esos que tienen pocas luces y me dan la privacidad necesaria para tomar y relajarme. La mayoría de las mesas están vacías, pero en la esquina hay un trío que habla de lo más alegre: dos chicas morenas con curvas hermosas y un chico que las acompaña. Me fijo en ellos y sigo tomando, no quiero interesarme mucho en los detalles porque sé que ninguna se fijaría en mí. Aunque pueda parecer mentira, unos minutos después, una ...
    ... de las morenas se sienta a mi lado. Quedo perplejo por su belleza: cabello negro, ojos marrones, labios carnosos y unas tetas aprisionadas por un top que parece no aguantar más para dejar que se salgan y deslumbrarme con unos pezones duros y erizados. Comenzamos a hablar y me dice que ella está de acompañante, que sus amigos son novios desde hace mucho y ella aún no consigue a alguien de su tipo para que dejar de ser solo una observadora. Me sonríe, yo me dejo llevar por la conversación y el alcohol, la detallo más y no dejo de imaginar esas tetas en mi boca. Sus piernas son una obra de arte, con una piel reluciente y seguramente duras por el ejercicio diario en un gimnasio. Me pide permiso para ir al baño. Al levantarse, veo un culo perfecto, una espalda con un cuello delicado que provoca comerse a besos y un ritmo de caderas que probablemente deja a todas las pollas cansadas. Vuelvo un minuto a la realidad y el cuerpo me pide que vaya a descargar mi vejiga, camino hacia los sanitarios y sigo pensando en la morena, tal vez aproveche para masturbarme rápidamente y soñar que me cojo a esa chica recién conocida. Comienzo a mear y siento el perfume de la morena a mi lado, no entiendo si me equivoqué por culpa del alcohol al entrar en los sanitarios de mujeres, pero no, es el de hombres y sí, ella está justo detrás de mí meando y para mi sorpresa tiene algo entre sus manos: un pene muy parecido al mío pero más carnoso y largo… 
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