1. Siempre que necesites confesar tus pecados


    Fecha: 04/08/2018, Categorías: Anal Gays Tabú Autor: samy15, Fuente: xHamster

    Yo soy el cura de una pequeña ciudad al norte de España. Llevo 23 años ejerciendo el sacerdocio con fe, comprensión y amor hacia mis feligreses. En mi pequeña parroquia, todo el mundo me conoce como Don Félix. Empecé en el seminario a los 18 años, y desde entonces he cumplido fielmente con mis votos eclesiásticos: Pobreza, obediencia y castidad. A mi edad, ya creía que el pecado de la carne no haría mella en mí, y sin embargo me equivocaba totalmente.Como bien sabéis, la Iglesia no permite el matrimonio a los sacerdotes, ni ningún tipo de relación sexual con mujeres, ni muchísimo menos con hombres, lo cual es un pecado mortal. En cierta medida esto me servía como refugio y protección frente a las atentas y dispuestas feligresas, que normalmente me rodeaban en todos los actos litúrgicos. Máxime cuando éstas me contaban, bajo secreto de confesión, los pecados más nefastos que el ser humano pueda imaginar. Lo que ciertamente conseguía, la mayoría de las veces, alterarme profundamente mi ánimo, excitándome a veces, lo confieso, en demasía.Para dar salida a tan abyectos pensamientos, solía salir a dar largos y prolongados paseos por el campo. Algo que siempre me funcionaba, pues sufro muchos pensamientos impíos. De esa manera, conseguía aplacar mis más oscuros deseos, y mantener así fielmente mis postulados.Pero como todo hombre de fe que se precie, Dios me quiso poner a prueba, y fallé.Como director espiritual, consejero y amigo, estoy relacionado con muchas familias creyentes. ...
    ... Así que la preciosa y soleada mañana de verano, en la que vino la señora de Castillo, acompañada de su hijo pequeño, un apuesto joven de 18 años, pensé que sería como otras veces, simplemente a requerirme algún consejo o a charlar tranquilamente. Nada más lejos de la realidad. En cuanto se acercaron, vi por la expresión de su rostro, que ella estaba muy alterada. Me pidió confesión para ambos, dado que estábamos solos en la iglesia, les llevé a un banco apartado y allí me dispuse a escuchar sus cuitas.El largo relato que me contó, la buena mujer, no lo voy a reproducir, pero haré un pequeño resumen. Al parecer, entrando ella sorpresivamente en la habitación del chico, le había pillado masturbándose, a la vez que se introducía analmente un plug. Naturalmente, no me lo dijo con esas palabras exactamente, ya que tanto ella como yo desconocíamos como se llamaban esos endiablados artefactos, pero más tarde, el muchacho nos iluminaría con sus amplísimos conocimientos sobre el tema.Después del shock inicial, y tras una gran discusión con el joven, la señora de Castillo, rebuscando por la habitación del chico, había encontrado dentro del cajón de la mesilla de noche, una caja de preservativos, un tubo de lubricante, y varios consoladores y bolas tailandesas. Asustada y temiéndose lo peor, rápidamente tomó a su hijo de la mano y salió corriendo a mi encuentro, para que la ayudara a corregir tan abominable pecado, según su piadosa mente le dio a entender.Cuando terminó de contarme todo ...
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