1. Aprendiendo de un jovencito


    Fecha: 08/08/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Tengo 30 años, estoy casada desde los 25 y vivo con mi esposo en un bonito y amplio apartamento que se encuentra en una de las mejores zonas de la ciudad. Desde hace unos meses tenemos como vecinos a un grupo de chicos estudiantes que alquilaron el apartamento de al lado. Todo normal, si no fuese porque vengo observando que uno de ellos, que no tendrá más de 20 años, me devora con su mirada cada vez que nos encontramos en el rellano o en el ascensor. Al principio me violentaba esta situación, pero luego he meditado sobre ello, y ¡A quien de nosotras no le gusta sentirse atractiva!, y la verdad es que creo que lo soy. Tengo 1.75 metros de altura, unas piernas largas y bien formadas, unas caderas y una cintura proporcionadas, mis pechos no son muy grandes, pero están firmes como cuando tenía 18 años, y lo mejor de todo, unos enormes ojos verdes que resaltan aún más con mi rizada melena negra. Por otra parte, pensé que un chico a esa edad deberá estar todo el tiempo pensando en mujeres, y que su obsesión conmigo sería una fiebre pasajera. Además, era muy educado y amable, aunque a veces demasiado. Cuando coincidíamos él y yo, no hacía más que decirme que si necesitaba algo, no dudase en avisarlo. Creo que estaba loco por estar conmigo. De todas formas, él estaba físicamente muy bien. Era guapo, alto y tenía un cuerpo atlético y fuerte, en cierto modo, me atraía. Un día se fundió la luz de mi cuarto de baño, y mi esposo se encontraba de viaje por asuntos de trabajo, así que ...
    ... compré un tubo fluorescente de repuesto. Cuando iba a entrar en el portal coincidí de nuevo con el chico. Comenzamos a hablar y le comenté que tenía que cambiar el tubo y que no tenía ni idea de cómo hacerlo. El rápidamente se ofreció a cambiarlo y yo no me negué. Así que subimos a mi apartamento y mientras él cambiaba el tubo, yo me metí en mi cuarto para ponerme ropa cómoda. Nos hablábamos a voces, pues no nos veíamos. Preguntó por mi esposo, y le contesté que estaba de viaje. Luego, como llevaba un rato sin escucharlo, pensé que ya habría acabado y se habría ido, y que era el momento de darse una ducha. Así que me desnudé y sólo me puse un camisón semitransparente. Entré en el cuarto de baño y encendí la luz, que funcionaba perfectamente, pero allí estaba aún la pequeña escalera que utilizó para alcanzar el tubo. Como queriendo asegurarme de que estaba bien colocado, me subí en ella y comencé a observarlo de cerca. De pronto oí un ruido junto a mí que me asustó, pues pensaba que estaba sola, pero no. Era el chico, que había ido a su apartamento a dejar las herramientas y que volvió para probar el nuevo tubo. Y... estaba justo a mi lado, sonriéndome y con cara de pícaro, porque sus ojos estaban a la altura de mi chochito, que se adivinaba perfectamente tras la débil gasa de mi camisón. Iba a bajarme, pero él cogiéndome de las piernas me dijo: ¡No, espera un momento, por favor!. Fue tan sutil su ruego que me quedé inmóvil. Mientras, el chico bajó un poco la cabeza y se metió ...
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