1. Mi relación


    Fecha: 13/08/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi relación: Tengo 38 años, mi marido tiene 36, llevamos diez años de buen matrimonio y nuestra vida sexual es intensa. Una parte importante de nuestra relación sexual la constituye lo que nosotros llamamos nuestras “fantasías compartidas”. Déjenme explicarles: Hace ya años, cuando éramos novios, en un motel vimos una película en la que dos mujeres se hacían el amor apasionadamente, el erotismo de la película nos llevó a copular con desenfreno y a confesarnos algo de nuestro pasado… Yo le conté la siguiente historia sobre mi pasado: “Como es tradicional, en el último año de secundaria salimos de paseo con los compañeros de curso. Nuestro paseo fue al Parque Tayrona, una reserva natural a orillas del Mar Caribe en Colombia y en las estribaciones dela Sierra Nevada de Santa Marta. Es un sitio excepcional, pues en las mañanas despejadas, se aprecian desde la orilla del mar las cumbres nevadas a casi6.000 metros de altura. El paseo era de acampada, y la primera noche me tomé unos tragos de más, de forma tal que amanecí con una resaca espantosa, y por ello no fui con mis compañeros al paseo a pie al asentamiento indígena precolombino de pueblito, y por el contrario me quedé durmiendo en la carpa. Hacia las 10:00 a.m. me levanté acalorada, sudada y sedienta, y busqué una cerveza fría entre los termos que habíamos llevado. Mientras bebía mi cerveza apareció Adriana, una compañera del otro curso con quien jamás había tenido una relación más allá de unas pocas charlas sociales, ...
    ... pues ella había ingresado al colegio justamente en ese año. Adriana tenía una resaca tan fuerte como la mía, por lo cual venía también en busca de una cerveza. Después de beber juntas un par de cervezas y ya algo repuestas, Adriana sugirió que como nuestros compañeros tardarían cerca de cuatro horas en regresar, fuéramos a la playa a broncearnos un rato. Yo acepté y entre las dos cargamos un termo con cervezas y algunos enlatados, toallas, cremas, bronceadores y una grabadora, y buscamos en la playa el lugar mas aislado. Ya instaladas en nuestro rincón de la playa, nadamos un buen rato con mucho cuidado, porque se trata de una playa en mar abierto, de muy fuerte oleaje y mucha resaca. Luego decidimos poner música y nos dispusimos a asolearnos, para lo cual extendimos las toallas sobre la arena y cada una de nosotras se aplicó el bronceador por delante. Un rato después, Adriana se puso bocabajo, se soltó el cierre de su top, y me pidió que le aplicara bronceador por su espalda, una vez se lo apliqué, yo también me puse bocabajo, me solté el cierre y le hice la misma solicitud a Adriana. Hecho lo anterior cada una de nosotras se tendió sobre su toalla y permanecimos unos veinte minutos en silencio hasta que Adriana me pidió que le aplicara más bronceador. Cuál no sería mi sorpresa, cuando al incorporarme descubrí que Adriana se había volteado, es decir, que se hallaba bocarriba, de forma tal que no requería de mi ayuda para aplicarse el bronceador. La situación era confusa y ...
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