1. Sexo anal con Melina, mi amante


    Fecha: 17/08/2018, Categorías: Anal Infidelidad Autor: Cirorock31, Fuente: CuentoRelatos

    Me levante esa mañana y vi a mi dulce mujer acostada, durmiendo como un ángel. Había sido una noche agitada, a puro sexo. Decidí que era la hora de una buena ducha, pues tenía todo el olor a sexo de mi esposa en mí. Este era un aroma que me calentaba y que servía como un perfecto afrodisiaco. Esa noche había nadado con mi bella esposa y después, al otro día con mi amante, sumergiéndome en sus húmedos sexos y sus fluidos vaginales. La vi a ella en el trabajo y de allí, -entre coqueteos y piropos-, nos fuimos a su casa. Esa belleza era mi secretaria y resultaba estar sola porque su marido se fue de viaje a Colombia, por al menos un mes. Su nombre era Melina y era tan buena amante que seguramente tenía varios chongos esperando por ella. Cuando llegamos a su casa le avise a mi mujer que me quedaría unas horas más trabajando. Ni bien llegamos, la muy zorra quería que la cogiese y por supuesto así dispuse hacerlo. Le saqué toda la ropa y ella muy sumisa se sometía a mis inquietantes manos. Primero le baje su bombacha mientras ella tocaba mi cabeza para que bajase rápido hasta su concha. Se la saboree tanto que Melina parecía estar realmente extasiada por los intrépidos movimientos de mi lengua, que recorrían esa húmeda y cálida cueva. Melina me pedía todo lo que su marido no le hacía. Cuando le saqué toda la ropa pude ver lo hermosa que era la flaca y me dispuse a saborear sus ricas tetitas. Rápidamente la acomode boca abajo y le franelee toda mi pija en su cola y vagina. Ella no ...
    ... dejaba de jadear cuando yo le hacía esto una y otra vez. A su vez ella metía sus dedos por su vagina y me pedía que por favor la penetrara. Entré con mi pene por su concha lubricada por sus jugos y ella comenzó a jadear y disfrutar loca de placer. Me la cogí así un buen rato, penetrándola sin que ella dejara de pedírmelo, luego de unos minutos apunté a su ano y ella parecía querer mezquinármelo. Me dijo que era de su marido, a lo cual le respondí que ahora ella era mía. Me miró con una sonrisa de zorra y cuando le pregunté amablemente si podía penetrarla por atrás, me contestó que sí. Puse mi pija cabezona en el orto de esta preciosa morocha y ella empezó a empujar, -y por supuesto yo la ayudaba-, hasta que entró toda la cabeza. Los ojos de Melina parecían salirse de su órbita, mientras yo la miraba con morbo disfrutando como hacia mío ese lindo culito de la oficina. Ahora que su marido no estaba, ese culo era todo mío. Ella siempre se ponía esa minifalda negra ajustada y todos los muchachos se le acercaban a hablar con ella. Mientras yo pensaba en eso, mi pija empujaba más contra ese apretado ojete suyo. Ella lloraba de dolor y placer, diciéndome que me amaba, que amaba como le hacia el orto. Textuales palabras de mi amante y secretaria: "Cogeme el culito por favor Emanuel, que mi marido no me hace nada" "Aahhh! ¡Qué lindo!" La muy puta le encantaba sentir como mi leche se escurría por su ano. Apretaba su orto para sentir mi falo y eso a ella la hacía retorcer de placer. Yo ...
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