1. Los perturbadores mensajes de mi hermana (parte II)


    Fecha: 29/08/2018, Categorías: Incesto Infidelidad Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    El sexto día amanecí con la pija más gorda y dura que nunca: todavía humeante como cañón recién disparado. Una aguda molestia, que iba desde la base del tronco hasta la cabeza, era la consecuencia de las incontables pajas con las que me había dado el gusto de homenajear al imponente orto de mi hermana. A pesar del dolor, volví a leer los mensajes de Vale y a olfatear su tanguita: eso no ayudó. Sólo después de una ducha fría pude afrontar con dignidad la salida familiar que teníamos planificada para esa jornada. Salimos luego del desayuno. La mañana transcurrió entre visitas a interesantes lugares turísticos de la ciudad y culminó con el almuerzo en un bonito restaurante; por la tarde dominaron los divertidos paseos en el parque. En todo momento Vale se dirigió a mí de forma dulce e inocente, como la Vale que yo conocía, tan diferente a la otra, a la nueva, a la putona. Era increíble cómo podía ser tan puta cuando me enviaba esos sucios mensajes al celular y tan candorosa cuando me trataba en persona. Era inconcebible que primero me regalara una de sus tangas para que me pajeara hasta morir y luego me mirara a los ojos como si fuera la más inmaculada de todas las hermanas mayores. Había dos posibilidades: la primera era que una personalidad alternativa (trastorno de identidad disociativo creo que le dicen) tomara el control de su mente en ciertos momentos. Su lascivo comportamiento podría ser una forma de liberar sus deseos reprimidos; esos que bien podrían emerger desde el ...
    ... interior de una esposa y madre aburrida de su honorable cotidianeidad. O quizá, sencillamente, se había vuelto puta muy a consciencia. ¿Estaría fingiendo ingenuidad delante de su esposo para que éste no advirtiera lo zorra que era? En cualquier caso, estábamos ante una mente verdaderamente siniestra. En cuanto a mí, me costaba sostenerle la mirada y traté de evitarla en todo momento. Pasé toda la toda la tarde disfrutando de mi sobrino y eso me sirvió para despejar un poco mi agobio. Ver al pequeño Francisco corriendo en el parque, desbordante de inocente alegría, logró despojarme momentáneamente de mis pensamientos infernales: mi pija necesitaba un poco de paz. Sin embargo, yo sabía que los demonios ejecutores de mis dulces tormentos sólo estaban descansando; que pronto retornarían, y con más furia que antes. Volvimos al caer la tarde y nos aprontamos para una cena especial: mi última cena en familia. Durante la velada, Ernesto mencionó el episodio de la noche anterior en la puerta del baño y el asombro que le causó mi reacción desesperada ante una urgencia fisiológica. Miré a Vale por el rabillo del ojo y me pareció detectar una sonrisa maliciosa en su hermoso rostro. Intenté cambiar de tema rápidamente, pero mi cuñado insistió: aseguró que era cosa de familia pues a su dulce esposa solía ocurrirle lo mismo en algunas ocasiones. Finalizó su comentario con una carcajada. En ese momento me atreví a mirar a mi hermana a los ojos por primera vez en todo el día. Ella me devolvió ...
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