1. Mezcla de sensaciones: sexo y morbo


    Fecha: 19/09/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Sconvix, Fuente: CuentoRelatos

    Muchos afirman que las jovencitas son todo pasión pues son un tanto inocentes y algunas, por no decir casi todas, un poco guarras. Otros afirman que éstas carecen de experiencia y hay que buscar algo más, por lo que declinan de gente de su edad e incluso maduras en busca de jóvenes a los que cabalgar hasta vaciarlos. Hay quien prefiere góticas (sexo duro y bondage), otros las rellenitas (carne y más carne para disfrutar)… y así una extensa lista nada despreciable. Mi inclinación la tengo clara: caiga quien caiga mientras tenga dos agujeros. La edad perfecta no existe, que tenga experiencia otorga conocimiento y placer al que la recibe y el que no la tenga tiene su morbo. Obedecer o ser obedecido depende del estado de ánimo, pero siempre obtendremos lo que buscamos: sexo y morbo. El sexo duro gusta a todo el mundo, pero el suave y cariñoso no se queda atrás. Fuerte, lento, rápido, caliente, intenso, repetido,… todo vale con tal de disfrutar (en mi caso exceptuando ciertos actos grotescos). Una vez tuve la ocasión de conocer a una persona que albergaba todo esto, es decir tenía mucha experiencia en ciertos aspectos sexuales, en otros esperaba descubrirlos en mayor o menor grado. Gustaba de disfrutar del sexo de forma delicada y salvaje, combinando ambas facetas a la perfección. Además poseía un cuerpo exquisito, y algunos le habrían encontrado algunas imperfecciones aunque estas, en el conjunto total de su físico, formaban un todo excepcionalmente bello que podría atraer ...
    ... hipnóticamente hasta al más exigente de los hombres. Y no era únicamente su cuerpo, era su modo de utilizarlo, de contonearse, de procurarse placer para sí misma y para el espectador. Su cabello, aunque solía llevarlo recogido, era una melena castaña que le daba cierto aspecto de fiera. Su rostro, de mejillas ligeramente redondeadas no ofrecían ningún detalle distintivo que la hiciera más o menos bella, pero sus gestos, sus miradas, sus sonrisas y su forma de mover los labios harían caer en la locura a miles de hombres. Fui una de sus víctimas. Víctima de sus voluptuosos pechos siempre libres bajo la ropa. Víctima de su cintura, la cual denotaba su edad. Víctima de sus piernas, que parecía un cerrojo de placer, las puertas hacia la lujuria sin control. Su sexo, cubierto con una fina capa de vello oscuro, era capaz de ofrecer un nivel de temperatura inesperada, amén de tener una jugosidad digna del más fino paladar. Su trasero resistía a caer del todo ante los años, manteniéndose firme y sabroso. Pero también fui víctima de su forma de ser, de su capacidad de diálogo, de su sensatez, de su cultura y de su forma de ver las cosas. Muchos afirmarían que sería la mujer perfecta, aunque yo la dejaré en Noa, ni más ni menos. Esa era Noa, la que quería que fuera mi Noa. Pero existía un inconveniente, Noa era casada y vivía lejos. Comienza la relación No hizo falta que cruzásemos demasiadas palabras para conocernos. Rápidamente advertimos qué buscábamos el uno del otro. Era la época de la ...
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