1. Días previos a su boda_PRIMERA PARTE


    Fecha: 30/09/2018, Categorías: Voyerismo Autor: arandi, Fuente: RelatosEróticos

    Hace poco, un antiguo compañero de preparatoria hizo una reunión a la que acudí. En la tertulia saludé a varios de mis ex compañeros que no veía desde hace mucho. Algunos ya están casados e incluso ya tienen hijos. Yo, para mi fortuna, aún no me enredo en tal compromiso y lo digo pues noté que la mayoría de los que sí lo han hecho (tanto hombres como mujeres) son quienes más se han avejentado, quedando casi irreconocibles. Por tanto, fue grata mi sorpresa cuando vi el arribo de Jazmín. Jazmín era una bella mujer. Parecía que su silueta no había cambiado en lo más mínimo. Un entallado y corto vestido cubría su cuerpo, tal y como usualmente lo hacía en aquellos años de bachillerato. En esos días, cuando atravesaba la explanada de la escuela, llamaba la atención de muchas miradas. No era para menos, pues Jazmín era de las pocas chicas que tenía, y aún tiene, una buena razón para usar tales prendas. De perfecta piel morena, sus piernas y muslos mantienen buena forma y firmeza, sus redondeadas caderas llaman de manera natural la mirada, y sus nalgas destacan por su buen tamaño, consistencia y perfil. Y esos pechos... ufff, esos pechos. No por nada era conocida como “la tetona González”. En esos pensamientos estaba yo, viéndola de abajo a arriba, cuando me reconoció y se acercó a saludarme. Nos abrazamos y de esta manera pude volver a sentir sus generosos senos aplastándose sobre mi pecho. También disfruté del delicioso aroma que emanaba de su largo cabello; era tal cual la ...
    ... recordaba. Jazmín y yo conversamos y fue así que me pude enterar de que estaba a punto de casarse. Tenían cinco años de conocerse. Habían sido compañeros de trabajo y se habían hecho amigos y luego novios. De regreso a casa no pude despegar de mi mente la imagen de Jazmín. Tenía dieciséis años cuando ambos estábamos en el mismo grupo de estudios. Sin ser la chica de rasgos más finos del salón, sí era la de mejor físico y yo la deseaba. De tez morena, sus bien torneadas piernas habían ganado popularidad gracias a que frecuentemente usaba muy cortas minifaldas, tan entalladas que acentuaban perfectamente las curvas naturales de sus ponedoras nalgas. En ese tiempo era demasiado tímido y nunca me acerqué a ella tanto como me hubiese gustado. Me conformaba con (y a decir verdad era para mí ya un gran deleite) conseguir alguno que otro roce aparentemente accidental. Fue así cómo, furtivamente, llegué a tocar algunas partes de su cuerpo como sus nalgas o sus bien formados pechos. No obstante, mi mayor logro en aquellos años de colegio, fue durante una visita a un museo que un pequeño grupo de compañeros hicimos por encargo escolar. Cinco de nosotros, entre los cuales también iba Jazmín, acudimos al Museo Nacional de Antropología, viajando hasta allí en metro. Dado que fuimos en día y horario laboral, tuvimos que enfrentarnos a las grandes masas de gente, de tal suerte que, mientras mis otros tres compañeros alcanzaron lugar en uno de los vagones, Jazmín y yo quedamos rezagados y debimos ...
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