1. Doblete en la cocina


    Fecha: 02/10/2018, Categorías: Anal Sexo con Maduras Voyerismo Autor: Anitaslut44, Fuente: xHamster

    Esa tarde mi adorado Víctor había llegado a casa absolutamente agotado de cansancio y más que nada estresado; pero yo tenía unas ganas locas de coger. Después de cenar nos fuimos a la cama y mi dulce esposo me hizo poner boca arriba, estilo misionero clásico y me penetró de un solo golpe con su verga bien dura.Apenas había yo comenzado a calentar motores cuando él ya había terminado. Se dio vuelta en la cama y me dejó con toda la calentura encima.Un poco enojada con él y conmigo misma; muy insatisfecha además, cerré los ojos en la oscuridad y fui desmayándome lenta y suavemente…Un rato después me sobresalté con el sonido de unas voces y risas lejanas. Abrí los ojos y comprobé que Víctor no estaba acostado a mi lado. Presté atención y pude distinguir que las voces y risotadas provenían de la cocina.Un poco a los tumbos por el sueño, me levanté y me dirigí a la cocina. Al llegar recordé que solamente llevaba puesta una camiseta de algodón, que apenas me cubría la cola.Entré a la cocina, que estaba un poco en penumbras y lo primero que encontré fue a mi esposo atado a una silla y amordazado.Pero lo que me preocupó más todavía, fue ver que sus captores eran Aníbal y Guillermo, dos de los mejores amigos de Víctor, riéndose a carcajadas cuando me vieron llegar.“Se volvieron locos… qué están haciendo?” Les pregunté, ahora ya asustada. “Estábamos esperándote a vos, Anita…” Respondió Guillermo, sonriendo.Intenté girar y correr hacia mi habitación; pero Aníbal fue más rápido y me ...
    ... sujetó desde atrás, retorciéndome un brazo a mi espalda y levantándome en vilo. Me hizo entrar a la cocina y me empujó hacia su amigo.“Por favor, suéltenme, no entiendo lo que están haciendo…” Protesté.En el fondo sabía perfectamente lo que estos dos turros querían. Siempre había advertido que me miraban con expresión lujuriosa en sus caras y más de una vez me habían dicho, a solas, que les encantaría cogerme y romperme el culo.Yo también tenía parte de culpa, porque Guillermo me calentaba mal. Tenía una pinta de macho salvaje tremenda; era soltero y tenía fama de voltearse cuanta mina se le cruzaba. Aníbal no era tan agradable como Guillermo, pero tenía un físico tremendo. Yo siempre fantaseaba con respecto al tamaño de su verga; me imaginaba que sería algo enorme…No era el lugar apropiado para dejarme enfiestar por estos dos tipos que se decían amigos de Víctor y mucho menos delante de él allí maniatado y amordazado, sin poder evitar ser testigo de lo que iban a hacerme…Guillermo me recibió con sus brazos abiertos y comenzó a manosearme las tetas a través de mi camiseta de algodón.“Qué buena putita… siempre me volvieron loco estas tetas enormes y duras…”Gruñó Guillermo, mientras me toqueteaba, haciendo que mis pezones se endurecieran. Sentí que Aníbal se acercaba por detrás y pronto sus manos levantaron mi camiseta por encima de mis brazos.Silbó de regocijo al ver que yo quedaba completamente desnuda, a merced de sus más bajos instintos…“Qué suerte la tuya, Víctor, poder comerte ...
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