1. Mi obsesión


    Fecha: 07/10/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... entregar una de las instancias para las asignaturas opcionales del siguiente curso, y el plazo vencía dos días después. Tuve que tomar el tren urgentemente y regresar a la ciudad por la mañana temprano. Solucioné el problema antes del mediodía y ya que el siguiente tren no saldría hasta última hora de la tarde decidí pasar por casa y tomar algunos discos para llevarlos a la playa. Por la hora a la que llegué a casa María debería estar en su trabajo, así que abrí con mi llave. Nada más entrar los ruidos procedentes del dormitorio atrajeron mi atención. Sonidos de estar follando. Pensé que mi hermano había regresado antes de tiempo y sin querer molestar fuí a mi habitación a recoger los discos. Mientras los buscaba de la habitación de María y mi hermano me llegaban los compases de un folleteo de locura. La cama crujía por los movimientos de ellos, María suplicaba - Vamos, follame, dámelo todo, que bueno, más...más. Cuando mi hermano habló no pude reconocer su voz. - Toma, puta, hasta el fondo, te gusta ¿verdad?. No tardaron en llegar al orgasmo, María chillaba en pleno éxtasis. Luego la casa quedó en silencio. La puerta de la habitación se abrió y un hombre que no conocía salió. Me vió en mi habitación y se me quedó mirando. A continuación entró de nuevo en la habitación de María y habló con ella . Yo quedé paralizado, no sabía como obrar, pero mis pasos se dirigieron a la puerta. Miré dentro. María trataba de vestirse, en su nerviosismo no lograba ponerse el vestido de manera ...
    ... que sus pechos estaban al descubierto. El hombre ya tenía puestos los pantalones y la camisa, sin abrochar, trataba de calzar los zapatos de forma precipitada. Crucé la mirada con María, sin querer descendiendo hasta la curva de sus senos. Se veían hinchados, coronados por unos pezones grandes, de color rosado fuerte. Ella no trató de ocultarlos. Regresé a mi habitación y me senté en la cama, dando tiempo a que el desconocido se marchase. Oí la puerta de la calle cerrarse de golpe. María entró en mi habitación y empezó a hablarme nerviosamente. - No dirás nada. La miré sin saber que contestar, esperando que prosiguiese. - Tú no lo entiendes, lo necesito. Y rompió a llorar sentándose a mi lado en la cama. Su olor al tenerla tan cerca me llegó de una manera imprevista, ese aroma de su piel mezcla de rosas y limón. La rodeé con mis brazos volteándola hacia mi. Apoyó su cabeza en mi hombro mientras seguía llorando de una manera ahora más sosegada. - No debes decir nada. Haré lo que quieras. Estas fueron sus palabras. - No lo sé, María, no lo sé. Mis manos notaban la calidez de su piel bajo el vestido, recorrieron su espalda. Al mismo tiempo la presión de sus pechos contra mi torso hacían que mi mente divagase con pensamientos lujuriosos. Ella se apartó ligeramente, mirándome. Entonces la besé, sus labios frescos por las lágrimas y a la vez calientes, sujerentes. Mis manos abandonaron su espalda para tomar sus senos solo separados por la tela del vestido. No hizo ningún intento de ...