1. El viaje que nos convirtió en putas (una historia real)


    Fecha: 09/10/2018, Categorías: Dominación Autor: mimadaa, Fuente: SexoSinTabues

    ... el resto de la noche, pero a mí eso no me importaba en lo más mínimo, teniendo a ese depredador enfrente, ese macho enorme, exquisito con su jugosa verga ya embarrada de mi jugo por completo. Me dejo ver como un poco más como se la jalaba y se embarraba de lo que me escurría por las piernas. Yo aún sentía a los otros puercos metiéndose todas mis tetas en la boca y mamándolas de la manera más asquerosa que alguien lo había hecho. De pronto cerré los ojos y justo en ese momento Marcos me dejo ir su verga tremenda hasta el fondo de mi panocha, grite como perra a la que se están cogiendo bien rico en la calle, comenzó a moverse como enajenado y mientras me montaba me apretaba las tetas alrededor con sus manos, como si me las quisiera arrancar, impidiendo que la sangre circulara, cuando las soltó la sangre corrió como loca lo que me excitó más, comprendí que era una técnica tántrica. De pronto me sacó la verga, me volteó y sólo me dijo, “ahí te va perra”, el grito que solté se escuchó por todo el lugar incluso vi como nos miraban algunos por las ventanas y se masturbaban al vernos. Todo eso me excitaba más mientras estaba como perra recibiendo la verga de mi macho por el culo, ...
    ... estaba segura que no volvería a sentarme nunca con ese animalón destrozándome hasta las entrañas. Cuando se cansó de culearme me acostó y me dijo – Ahora que estás bien abiertita – y de un solo golpe me metió toda su mano derecha por la panocha, que ya para entonces era un hervidero de jugos, no sé qué puto punto tocó, pero de pronto sentí una ganas enormes de hacer pipí e inmediatamente una cascada de mis jugos baño la cara de Marcos, que sonreía como obteniendo un trofeo, abrió la boca y se tragó todo. Aún me revolcaba de pacer, mi panocha estaba palpitando cuando me grito – pícate la panocha puta y restírate el clítoris – yo hervía de placer cuándo me dejó ir por la boca la verga, como lo hizo con Ale y se movió como loco, hasta que reventó en mi boca llenándome toda la garganta de su deliciosa leche ardiendo y en ese instante yo también exploté. Nos revolcamos juntos, ¡Que delicia! Al final nos besamos como media hora riquísimo y me llevó cargando hasta mi cuarto, donde el otro costado estaba Ale como muerta de cansancio en la cama de a un lado. Se despidió con un breve beso en la boca y sentenció – Mañana seguimos practicando – no pude más y caí rendida. Continuará. 
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