1. Claudia, mi cuñada


    Fecha: 10/10/2018, Categorías: Dominación Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... deshice de mi bañador y ella me dio uno de los suyos. Naturalmente, aquel bañador me estaba algo chico, y se notaba. Las costuras de la parte de abajo dividían cada nalga en dos zonas, y la tendencia era a subir y dejar mis nalgas al descubierto. Hice ademán de bajarme las costuras pero me lo impidió mediante una escueta orden -¡No!- Luego me puse la parte de arriba. Mis pechos estaban aprisionados y se salían por ambos lados, y dejaban a la vista un canal exquisito. -Bueno, ahora, nos vamos de compras.- -¿Pero así?- -¡No, mujer! Mira, vamos a ponernos estos trajes.- Claudia me alargó un kaftán de color blanco, muy ligero y cómodo. Me lo puse y le abroché el cinturón. Nos fuimos al cuarto de baño a maquearnos un poco. Me estaba pintando los labios cuando de nuevo sentí que se rozaba en mis nalgas. Se puso a mi lado, y comenzó a pintarse ella también. - ¿Te gusta que te domine? – Me dijo, y me miró a los ojos a través del espejo. Y seguro que sutilmente adivinó mi zozobra interna. No le contesté. Fuimos a la calle. La cafetería estaba algunas calles más allá. Nos sentamos en la terraza, donde todavía se estaba bien, y nos pedimos un café y una tostada. Hablamos de tonterías, de nuestros maridos, de nuestros hijos, y poco más. En un momento, Claudia, que se había sentado a mi lado me ordenó –Súbete la falda, quiero verte los muslos.- Yo me hice la loca y no hice nada. Se produjo un silencio que se me antojó larguísimo, aunque tal vez fueran unos segundos. –Te he ordenado ...
    ... que te levantes la falda.- Sentí como mi cara se ponía colorada y cómo el calor invadía mi cuerpo. Me puse nerviosa. Claudia me mirada conuna sonrisa pícara y socarrona que yo no podía mantener. Al final, me dijo con desdén.- Me has desobedecido – Y seguimos hablando de nuestras cosas. Después fuimos a un supermercado y compramos el pan, y la compra para cuatro personas durante un par de días. Al pasar por la estantería de los desodorantes, Claudia se quedó mirando uno de ellos. Era un bote estilizado de cristal, de esos que se meten en el bolso. -¡Uy! ¡Este está de promoción! ¡Es un poco más largo que otras veces!- Era un desodorante de una forma curiosa, estrechándose ligeramente por el centro. Claudia lo metió en el carrito. Después nos dirigimos hacia la casa. Al meternos en nuestra calle, ya no había gente en la calle. Sentí de repente un azote en el culo. –Zasssss- -¿Qué haces?- Le dije a Claudia espantada. –Me has desobedecido, y te mereces un castigo.- -¡Ay, Claudia! ¡No se lo que estás haciendo!- Y por respuesta, Claudia me dio otro azote, más suave, y con otras intenciones: la mano se dejó deslizar por mis nalgas suavemente. Al llegar a la casa, en la calle, Claudia me cargó con las bolsas de la compra y se puso a buscar la llave. Abrió la primera puerta. Entre la puerta de la calle y la vivienda, la casa de mi cuñada tiene un pequeño zaguán, con una reja de hierro. Claudia abrió la puerta de la calle, pero antes de abrir la de la reja, volví a sentir su mano en mi ...
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