1. Sinvergüenzas sometidos (Cap. 3)


    Fecha: 10/10/2017, Categorías: Dominación Autor: ALTEZA, Fuente: CuentoRelatos

    Después de que los esclavos cumplieron todos y cada uno de los mandatos de sus nuevas Amas y soportado todo tipo de humillaciones, ya hacia la media noche estaban más que cansados, sus nuevas Amas por ser el primer día de esclavitud les permitieron retirarse a sus cuartos comunitarios, pero deberían besarles los pies en cuanto se presentaran ante ellas, así se acostumbrarían a saber quiénes eran las dueñas y quienes los perros. A los perros no les quedó otra opción más que agradecer la bondad de sus nuevas dueñas agachándose para besarles los pies y retirarse sin darles la espalda en ningún momento. Su vida había cambiado por completo, su época de ser vividores había terminado y empezaban su nueva etapa como perros esclavos para toda su vida. A la mañana siguiente a las 9 a.m. sonaron las puertas de los cuartos de cada pareja de chicas, eran los esclavos que se reportaban para besar los pies de sus dueñas y empezar así su segundo día de humillaciones continuas y servicio. Las chicas hicieron pasar a sus esclavos y para empezar les hicieron lamer sus hermosos y divinos pies a manera de saludo, después les ordenaron preparar el baño y mientras se templaba el agua, que se dirigieran a sacar su ropa, todo esto claro está estando en silencio absoluto, ya que les habían prohibido hablar en todo momento, incluso al estar en sus cuartos comunitarios debían mantenerse mudos. Después de asear a sus Amas, los esclavos acompañaron a sus dueñas al restaurante del hotel para que ellas ...
    ... desayunaran, pero mientras ellas disfrutaban de un sabroso bufete, el desayuno de los esclavos solo fueron croquetas de perro puestas en un tazón para perro y un poco de agua, obviamente debían comerlo en el suelo y sin poder hacer uso de las manos. Debían actuar como lo que eran, ¡UNOS PERROS! Después del desayuno, las dueñas de los perros se dirigieron hacia la alberca para poder darse un sabroso baño de sol mientras que sus esclavos las abanicaban y ellos sudaban como puercos por el ejercicio bajo el rayo del sol, después de estar dorándose la piel las chicas, les dio sed, por lo que enviaron a dos de los esclavos para que les trajeran una bebida refrescante con bastante hielo, mientras tanto los demás esclavos se repartieron dueñas para que ninguna interrumpiera su abanicada. Los esclavos se acostumbraron a ese tipo de servicio a los pocos días, pero lo que no se acostumbraba era su paladar a su comida de perro, por lo que constantemente se negaban a comer. Casualmente la dueña del hotel llamó a las chicas para saber cómo les estaba yendo en sus vacaciones; las chicas le comentaron que el hotel estaba a todo lujo, pero que la verdad los esclavos se estaban negando a comer su alimento les de perro. Su Alteza con tal de mantener la comodidad de las chicas y agrado en su hotel les ofreció prestarles por el resto de su estancia a manera de intercambio a un número igual de sus chicas para que les estuvieran sirviendo, y mientras ella educaría a sus esclavos de tal manera que ...
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