1. La miliciana


    Fecha: 18/10/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    La miliciana, después que folló con el rifeño, se evaporó. Por las calles de Málaga, los cruentos combates continuaban. La llegada de las columnas fuertemente armadas de los facciosos contrarios a la legalidad no había amedrentado en lo más mínimo la moral de unos milicianos acostumbrados a duras adversidades. Cada intersección de calles era bloqueada con sacos terreros tras los que los intrépidos milicianos disparaban o lanzaban granadas de mano. Entre ellos se contaban hombres y mujeres; y entre éstas, Carmen. Carmen nació y creció en el humilde barrio de La Trinidad. Tuvo una feliz infancia en la que burlar al hambre y a la enfermedad formaba parte de lo cotidiano. Contaba con dieciocho años cuando estalló la guerra y no dudó ni un instante en apuntarse en las milicias. Aunque, sí, antes lo consultó con su novio una noche de verano que fueron a pescar a la playa de La Caleta; ambos habían dejado la caña clavada en el resbalaje para poder retozar desnudos sobre la arena: "Jorge", dijo Carmen en un suspiro, sintiendo todo el peso de su novio sobre sí, "la guerra"; "Sí, Carmen, la guerra, ¿y qué?", soltó su novio, más concentrado en adivinar las tetas de Carmen en la oscuridad que en las palabras: "Jorge, ¿cómo eres capaz de follarme con... ¡no sabes el peligro que nos acecha!", avisó Carmen; "Mira, gatita, nosotros a lo nuestro, que de la guerra se encargarán los militares, nos iremos si es necesario..., qué buena estás Carmen, niña", dijo Jorge insistiendo en sus ...
    ... bestiales empujes dentro del coño de su novia, sintiendo que se iba, que ascendía a un cielo del que ningún cañonazo lo podría bajar: el del calor de Carmen, el del placer de saborear la saliva de ésta mientras el semen salía expelido a borbotones hacia la calentura de su amada. Las noticias que llegaban del frente no eran nada halagüeñas: el ejército de los sublevados había vencido la escasa resistencia opuesta por el gobierno y avanzaba veloz hacia Málaga con la intención de tomarla y represaliar a sus habitantes. "Carmen", dijo Jorge, la espalda apoyada contra la pared de una fachada, los pantalones bajados hasta las rodillas, "nos vamos de aquí"; "No me iré, Jorge", respondió Carmen, arrodillada bajo la luz de una farola, tomando respiración tras sacar la polla de su novio de la boca: "¡Carmen, niña, no pares!", pidió Jorge; continuaron: ella mamando; él hablando: "Las tropas son inútiles, y los milicianos son escasos..., lo mejor es largarse, Carmen, ay, Carmen, qué boca tienes, niña, ay," El esperma se derramó en abundancia, por lo que a Carmen se le quedó una baba colgando en el labio inferior cuando se incorporó tragando; después habló: "Jorge, yo me quedo a defender a los míos." Dicho esto, Carmen se giró sobre sus talones y se encaminó a la Casa del Pueblo más cercana. En el mismo momento en que Carmen atravesó el umbral de la puerta del edificio que albergaba la Casa del Pueblo, el grupo de milicianos y milicianas que allí estaba reunido volvieron sus caras hacia ella. ...
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