1. Confusiones peligrosas


    Fecha: 20/10/2018, Categorías: Incesto Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Sugiero ante todo que cada detalle no sea leído a la ligera, ya que es preciso que además de lo libidinoso que resulte mi relato, hay mucha desdicha en él. Mi nombre es Ulices, tengo 25 años y soy ciego de nacimiento. Esto es un peso enorme para mis padres, quienes involuntariamente jamás me dieron las libertades que necesité para integrarme, para socializar o para aprender a lidiar con las cotidianeidades del hogar, lo que me daría cierta independencia. Vivo con ellos en una modesta casa, y gracias a Dios no pasamos necesidades. Yo me desempeño como cantante y de esa forma solvento mis gastos. También tengo dos hermanas. Patricia de 35, que se fue de casa apenas nació su bebé, y Carolina de 28. Justamente ella, hacía unos meses se había ido a vivir con su novio a un departamento a 10 cuadras de casa. Pero volvió por causa de una crisis de pareja, y no nos hizo gracia ir a buscarla a un hospital por intentar quitarse la vida con pastillas. Decidió entonces distanciarse de su novio y pasar unas semanas con nosotros, cosa que me alegró; ya que mi relación con Caro siempre fue de puta madre. Me ayudó con el cole, me asesoraba con la ropa de mis actuaciones, me celaba de algunas chicas y confiaba en mí como nadie. Eso cambió un poco con la llegada de su novio, aunque me lo tomé bien. Sucede que cierta noche no tuve cierto recaudo, y ella me descubrió. Estaba solo en mi habitación teniendo sexo telefónico con una neuquina, cosa que practico hace tiempo, y me faltaba poco para ...
    ... acabarme como un conejo con su voz gimiendo en el tubo. En eso Caro me asusta interrumpiendo mi privacidad, me quita el teléfono y se sulfura en voz baja: ¡Sos un cochino de mierda, madurá un poquito pendejo, que después las facturas las paga el viejo!, se fue diciendo mientras cerraba sigilosa la puerta, la que yo olvidé abierta. Me sentí ridiculizado, y más cuando volvieron a mi mente algunos recuerdos. A ella le encantaba acompañarme al baño de noche, ya que yo ni me movía de la casa si alguien no me llevaba de la mano a destino. Ella me bajaba pantalón y calzoncillo, y me tenía el pito mientras hacía pis, según ella para que no salpique. A veces me tocaba más de la cuenta. Se mataba de risa cuando después de bañarme me ponía una bombacha de ella al vestirme. En ocasiones cuando por las noches me tapaba me tocaba el pene y nos besábamos en la boca. Era mi hermana, y yo no tenía cuestionamientos. Así todo yo jamás la toqué. Ni siquiera me atreví a imaginarla. Una vez encontré una bombachita usada de ella, y me atreví a olerla para masturbarme sin control. Pero en cuanto me enleché las manos tuve un sentimiento de culpa que me paralizó, y no reincidí sobre eso. Vale aclarar que sexualmente no tuve muchas experiencias. Tuve dos novias. La primera era ciega y más prejuiciosa que yo, por lo que besarnos ya era una proeza. La segunda era prostituta, y la conocí en esa línea de encuentros. Jamás tenía ganas de acostarse conmigo, aunque con ella supe lo que es una buena mamada. ...
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