1. La tentación de mi hermano


    Fecha: 22/10/2018, Categorías: Incesto Confesiones Autor: Samantha Maggie, Fuente: CuentoRelatos

    -¡¿Cuántas veces te he dicho que toques antes de entrar, Samantha?!- Reclamó mi hermano, cerrando a toda velocidad el navegador de internet en la computadora. -¿Y cuántas te he dicho que pongas el seguro da la puerta?- La casa donde vivíamos mi hermano, mi madre y yo, solo tenía dos recámaras y aunque hacía rato que me había mudado a la habitación de mamá, toda mi ropa seguía estando en el clóset del otro cuarto. Era una lata, pero ¿Alguna vez has visto la cantidad de ropa que tenemos las chicas? Era casi imposible que mi madre y yo compartiéramos el mismo mueble para guardar las prendas de ambas –Ya. No te enojes, solo vine por mi toalla. Estaré lista en media hora, así que tendrás tiempo de acabar con lo que estabas- Le dije a mi hermano, para molestarlo y fingiendo no haber notado su erección y que tenía el pantalón desabrochado. -Más te vale que estés en media hora o me iré sin ti- Teníamos boletos para el “Vive latino” de aquél año. Habíamos estado ahorrando durante meses y habíamos conseguido comprar los boletos antes de que se agotaran. Y no es que los boletos fueran caros, lo que pasa es que el trabajo de mi mamá era nuestra única fuente de ingresos constante y tanto mi hermano Cristian, como yo, habíamos tenido que conseguir uno de esos horribles empleos de repartir folletos del supermercado y así obtener algo de plata. Esa misma semana había sido mi cumpleaños 21 y el 18 de Cristian, así que mi hermano y yo nos habíamos auto-regalado los mentados boletos y ...
    ... además, el cursi de Cristian me había obsequiado un par de aretes de fantasía y una gargantilla que no era más que un listón negro con y un dije de plata con forma de estrella. –“Ay, Cris. Qué bonito ¿cuánto te habrá costado?”- Pensé, enternecida por el detalle de mi hermano y fui a buscarlo para agradecerle. Cristian y yo, como buenos hermanos, nos demostramos lo mucho que nos queremos a base de golpes y de cariñosos insultos, así que cuando entré de nuevo a su cuarto y lo abracé, mi inesperada muestra de afecto lo dejó todo pazguato, al pobre. Nos fuimos en el metro al poco rato. Habíamos salido juntos varias veces antes, pero era la primera salida en que Cristian podía tomar cerveza de manera legal y lo celebramos comprándonos una de esas “micheladas” gigantes de la que nos íbamos turnando para beber. -Se te van a salir los ojos, idiota- Le dije a Cristian, que estaba babeando por un trío de chicas que esperaban por cerveza, muy empinaditas en la barra del local, con sus culitos tan alzados, que casi se les asomaban las bragas por sus minifaldas. -Déjame en paz. Mejor ponte en frente de mí, así puedo fisgonear a gusto- Me dijo Cristian y me reí por su inocente atrevimiento, pero le ayudé como me pedía. -Deberías conseguirte una novia, para que dejes la chaqueta mental- Le dije, sonriéndole por encima del enorme vaso de cartón del que tomé un trago. -Pues hazme el paro con tu amiga Claudia. -¿Claudia? No mames, Cristian. Esa vieja es un condón usado- Claudia había sido mi mejor ...
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