Los casos de Berenice Vineyards (vol. 1)
Fecha: 31/10/2018,
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Anal
Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... –le dijo mientras le exhibía su placa. Luego se dio cuenta que no sabía que iba a decirle, así que tuvo que improvisar: –Estoy investigando el homicidio de varias mujeres. Alguien vio a una de las víctimas entrar en este edificio, así que estoy interrogando a todos sus habitantes ¿Usted ha visto algo anormal en las últimas semanas? El hombre muy amablemente la invitó a pasar. A Berenice le pareció encantador, y tan atractivo como lo había descripto la chica. Éste dijo no recordar nada extraño, pero le pidió el teléfono a la agente por si recordaba algo. Vineyards descartó la posibilidad de ese hombre tan seductor fuera un vulgar asesino, así que también decidió descartar la teoría que se le había ocurrido tras el diálogo con la joven prostituta. Esa misma noche, el hombre misterioso llamó a Berenice. La agente acudió a su apartamento. El sujeto le confesó que no recordaba nada importante que sirviera para esclarecer los crímenes, pero había pensado en invitarla a cenar. La mesa estaba elegantemente servida. Había velas. Berenice se excusó: –Disculpe, soy casada, y aunque no lo fuera no puedo perder el tiempo, tengo que resolver cuatro homicidios. –Sólo será una cena. No le quitaré mucho tiempo. Tras breve vacilación, Berenice accedió y ambos se sentaron a la mesa. La velada fue amena. Comieron pasta y bebieron vino. Ella le habló de su familia –y se encargó de dejar bien en claro cuánto amaba a su esposo–. Él contó que se encontraba solo pues su novia lo había abandonado. Lo ...
... cierto fue que una cosa llevó a la otra y terminaron en la cama. El misterioso hombre fue desnudando a Berenice hasta dejarla en ropa interior, mientras destacaba su escultural figura: –¡Que suerte tiene tu marido! –le decía. Un salvaje beso inició la ardiente pasión, que siguió con el hombre barnizando las tetas de la rubia con su músculo lingual. Luego se quitó sus pantalones para develar uno de los misterios. Los ojos de Berenice se desorbitaron al ver el tamaño del miembro de aquel sujeto. Éste estaba frente a ella erguido y palpitante. Era grueso, surcado en abultadas venas; Berenice calculó que debería medir unos 25 centímetros –quizá más–. La excitada rubia se tiró de cabeza para chupar ese tremendo pedazo de verga. A continuación, el hombre la puso en cuatro patas sobre la cama y contempló unos instantes su maravilloso culo. Sus nalgas estaban completamente al aire, ya que la agente había tomado la precaución de acudir a la cita con el ejemplar más diminuto que ostentaba su cuantiosa colección de tangas. Él no se cansó de elogiarle el orto mientras le bajaba lentamente el exiguo colaless. Luego de darle una buena manoseada, lo exploró por completo con su lengua. No era que la calentura extrema le hubiera hecho olvidar a Vineyards su aversión a que le metieran mano en sus blancos y despampanantes cachetes; pero lo que algunos podrían considerar como una especie de fobia o manía, no era más que prevención; la rubia sabía muy bien que cuando su ojete comenzaba a sufrir ...