Adri, me cambiaste mi mundo
Fecha: 04/11/2018,
Categorías:
Lesbianas
Confesiones
Autor: Isabo, Fuente: CuentoRelatos
... creo firmemente que sexo sin amor es masoquismo. Tomé un baño y me llegó la etapa donde todo lo cuestiono, y hasta me enojé conmigo misma. Me arreglé, vestí y maquillé. Preparé la cámara para enviar saludos de fin de año a toda mi familia y comencé. Unas horas después estaba todo enviado. Me quedaba una noche entera con nada que hacer... me puse un vestido corto y pise el acelerador a fondo, al bar más cercano que encontrara para beber vino y tal vez romper mi falsa norma moral que me quedaba. En medio de tanta gente, me sentía increíblemente sola! Y llegó la aceptación... mientras alguien me hablaba, meditaba porque no habían funcionado mis relaciones anteriores. Misma trama, misma idea central: tener, poseer y controlar. Y un triste e inevitable final. No podían domarme y me resistía a dejar de ser yo. Pero ahora quería ronronear y arañar el cuello, espalda y cuerpo de Adri; dispuesta a dejar de importarme lo que piensen los demás, porque al fin y al cabo, cuando cierre mis ojos me llevo sólo lo vivido. Salí del bar con rumbo a la fiesta que había organizado la empresa. Miedos me asaltaron mientras subía el ascensor al salón de eventos. Podía escuchar la música. Aproveché que solo las luces de la pista estaban encendidas, y ...
... ellos tan entregados al baile como estaban, que escabulléndome detrás de mesas y parlantes, llegué a los baños. Había sombras por doquier, en la pista, sentadas, en medio de otras, unas ondeando contra la pared. Trataba de encontrar esa silueta que sin sentirla, la reclamaba mía. Sabré si me encontró o la encontré, su mirada me calmó, algo en esos ojos me domina. La veo caminar, se detiene cerca y siento que su mano sujeta la mía, la sigo. Salimos al balcón, y me abraza. Ya siento como mi corazón late a la par del suyo. Un suspiro mío o suyo, sus manos en mis caderas, y sus labios van haciendo un camino de besos desde mis labios a mi cuello, no puedo evitar soltar un gemido bajito. —Vamos a casa amor... —dije; y el camino se nos hizo corto. Miradas cómplices y sonrisas nerviosas, fueron nuestra compañía. Nos embriagamos con el néctar que sorbíamos de entre nuestros pétalos. Si dije que cuando la conocí me parecía hermosa, desnuda es alucinante. De sus pechos emana aroma a flores, besos como mariposas volando, que se posan y reclaman como suyo mis terrenos más profundos. Me perdí en su locura de amar... Despertamos abrazadas desde este 1 de enero y Adri... mi Adri me repitió lo que susurró a mí oído el día de la despedida: Te amo.