Siempre me calentaron los viejos (4)
Fecha: 06/11/2018,
Categorías:
Gays
Dominación
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... volcándolo en el cubo de los residuos. Cuando terminé con el patio, me dijo: -Ahora mi cuarto, Jorgito… Muévete… -Sí, don Benito, sí… -y entré en su habitación con la escoba, la palita y el cubo de residuos para repetir lo del barrido. Cuando estaba por terminar con la tarea él entró y estuvo observándome hasta que le dije: -Ya está, don Benito, fíjese si lo hice bien… El viejo echó un vistazo y por fin me dijo: -Muy bien, Jorgito, eres una buena mucamita… El elogio en femenino hizo que mi excitación aumentara todavía más mientras el viejo me llevaba a la cocina: -A ver qué tal me atiendes con la merienda… -y me ordenó que le tostara dos rebanadas de pan lactal para untarlas con manteca y mermelada que acompañarían su taza de café con leche. Esta tarea no era nueva para mí, porque era igual a mi desayuno, así que la cumplí perfectamente y ansioso por el momento en que me premiara dándome su verga. Poco después estábamos en su cuarto, él de espaldas en la cama, con las piernas bien abiertas y yo entre ellas con su verga en mi boca, ardiendo de excitación mientras notaba cómo se iba poniendo dura. -Así, Jorgito, así… -me alentaba y yo chupaba y chupaba hasta que de pronto él me detuvo: -Basta, ...
... putito… Basta, ponte en cuatro patas que voy a darte leche por el culo… Rápidamente estuve en la posición ordenada y él a mis espaldas, untándose la verga con vaselina mientras yo ardía de ganas. Después de un tiempo que me pareció interminable sentí el primer contacto del ariete con mi orificio anal. Temblé y gemí mientras me iba entrando en medio de ese dolor intenso y tan conocido que duraba hasta que la verga entraba toda y comenzaba a ir y venir por el estrecho senderito. Entonces yo entraba en ese éxtasis que me elevaba hasta la cumbre del goce más exquisito. Yo jadeaba y el viejo también hasta que sentí en el interior de mi culo los varios chorros de semen que soltó su adorada verga. Caí boca abajo en la cama, respirando fuerte y a mi lado don Benito, que resoplaba. “¡Qué bien me coge!” pensé y un rato más tarde, mientras se vestía, me dijo: -Óyeme, mucamita, mañana sí que tendrás trabajo duro. Vas a baldear el patio y el piso del baño, a limpiar el lavatorio y el inodoro y a lavar la vajilla de mi almuerzo… -Todo lo que usted diga, don Benito… -acepté renovando mi sometimiento a su voluntad dominante… Salí de su cuarto y fui al baño a masturbarme ardiendo de la cabeza a los pies. (continuará)