Mi chiquita preciosa
Fecha: 07/11/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... la imagen de su cola en la escalera, ya que el camisón le quedaba cortito y con sus confesiones. Recuperé la cordura y al otro día todo estuvo normal otra vez. Solo que a la hora de la merienda llegaron nati y diego, sus compañeros del cole, y brenda había prolongado su siesta. Les dí un café y subí a despertarla. Pero, ¡ella estaba sentada en la cama, desnuda, con el teléfono en su oído izquierdo i con sus dedos entrando eufóricos en su vagina! Su cuerpo brillaba en movimientos de puro placer mientras gemía diciendo: ¡dale, agarrame las tetas y chupálas, no sabés lo mojada que estoy pendeja, penetráme con lo que sea, y haceme acabar como a una perra! Estaba petrificado. No podía abrir la boca, hasta que me vio, cortó y le dije que estaban los chicos abajo. Ella me pidió que entre, que le alcance una bombacha del cajón y el vestidito que se estaba secando en el balcón. Otra vez el olor a faso decoraba el cuarto, pero también su propia esencia sexual. Lo hice, y la vi ponerse la bombacha como no queriendo. No lograba irme, y menos cuando advirtió: ¡che pa, tenés la pija re parada; ojo que si la nati te ve te salta a la yugular! Y se rió escandalosa. Me dijo que solo estaba teniendo sexo telefónico con una chica, que aprobó su examen con 9 y me pidió plata para comprarse una remera. Le dije que ya íbamos a ver mientras se ataba el pelo, y no tuvo peor idea que preguntarme cómo le quedaba el topsito que terminaba de ponerse. Apenas se sentó en la cama para calzarse no lo ...
... resistí y la empujé. llené mis manos con esos globos perfectos, le cerré las piernas para no tentarme a más, la acaricié y le dije que todo le queda bien dispuesto a irme. Pero ella interrumpió mis pasos colgándose de mis hombros diciendo: ¡ahora no te vas de acá hasta que me las chupes! Se quitó el top y me las ofreció para que mi saliva rodee sus pezones erectos, mi lengua descubra su sabor y sus gemiditos me perviertan definitivamente. Ya no había marcha atrás a pesar de que le advertí que todo era una locura. Como si tal cosa me bajó la bermuda y se abrazó a mis piernas para fregar su cara en la tela de mi bóxer y sentir la jerarquía de mi pene tieso como una roca, para morderme la puntita y tartamudear: ¡huuuu paaaa, qué rica está, bien durita y mojada! No tardó en envolver mi glande con sus labios calientes, en subir y bajar por mi tronco, en aceitarla con su dulce saliva y en lamer con nerviosismo mis huevos colmados de calentura. En un impulso se me trepó a los hombros y me comió la boca a la vez que se bajaba la bombacha para frotar sus nalgas redondas y bien paradas en mi verga. Se hincó de nuevo para acomodar mi carne entre sus tetas, me la apretujaba con ellas y me escupía la cabecita para meterla y sacarla de su boca, la que me hacía notar la fiebre de sus dientes, tanto como el tope de su garganta, entretanto me decía que nati se muere de ganas porque le hagan la cola. No entendí por qué lo dijo, pero todo ya empezaba a tornarse peligroso y enigmático en mi mente. ...