En un rincón oscuro del bar - Relatos Eróticos

En un rincón oscuro del bar

... reacción.Por mi parte, verla a mi esposa tragándose una tranca ajena me calentó mal y pronto sentí que acababa en mis pantalones, sin tocarme.Anita disfrutó comerse esa verga dura y bastante pronto hizo que el pibe se tensara y le llenara la boca de semen. Ella se lo tragó todo y luego le sonrió al pibe, levantándose para ir al baño.El flaco se arregló la ropa y me agradeció haberle entregado a mi mujer.Ana regresó del baño, le plantó un profundo beso al pibe y se despidió de él para siempre.Apenas llegamos al auto, mi caliente mujercita me arrastró al asiento de atrás. Se puso en cuatro levantándose el vestido y se quitó la tanga todavía manchada de leche. Los dos volábamos de calentura, así que ahí nomás sin dudarlo, saqué mi verga erecta y la embestí en un solo empujón, haciendo que Ana aullara como una perra en celo…Mientras la bombeaba me confesó que estaba muy caliente, porque ese pendejo la había llamado “puta” cuando ella se refregaba sobre su verga.Acabé muy pronto, pero antes logré que mi esposa alcanzara también un buen orgasmo, aullando y gritando a todo pulmón como una posesa.Luego nos relajamos un rato y finalmente regresamos a casa.Ana ya había conseguido leche para un par de sus orificios y me dijo que todavía le faltaba probar un poco por la entrada trasera…