Mi esposa… (3)
Fecha: 23/11/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Lucas, Fuente: CuentoRelatos
... abriendo la puerta trasera del lado del conductor me instalé en el asiento de pasajeros y pude ver enmarcada por la ventanilla del taxi, la blanca mano de mi amada que ahora sobaba resuelta los genitales de mi amigo sobre la abultada bragueta de su pantalón. Percatándome de la atención que también ponía el chofer en lo que acontecía, abrí la puerta contigua a ellos provocando que se separaran y volvieran vertiginosamente a la realidad. Casi al instante, mi esposa se acomodaba a mi lado tomándose de mi brazo y se aferró a mí con urgencia, como si yo fuera un salvavidas en aguas profundas. Aquella actitud afectiva en busca de refugio, me devolvía una indescriptible sensación de seguridad y pertenencia, que una vez más confirmaba, que ella era mía y sólo mía y que como tal, podía disponer de ella para hacer realidad mis más degeneradas fantasías. Mi mirada tropezó accidentalmente con el espejo retrovisor del taxi y descubrí la enajenada cara del conductor cuyos pequeños ojos, se perdían sin disimulo alguno, en el amplio escote de mi señora, que cual tentadora bandeja llena de manjares, exhibía para el deleite de cualquier privilegiada mirada, la abundancia de sus espectaculares senos. Nuevamente sentí aquel mórbido e incontenible deseo de volver a probar aquel sabor pecaminoso y obsceno que no puede borrarse y que siempre queda, tejiendo en mi mente mil y una fantasías. Mientras el vehículo se alejaba rumbo a nuestro destino, ella distraídamente observaba por la ventanilla del ...
... automóvil las imágenes del paisaje del cuadro citadino que aparecían y desaparecían ante sus ojos, fijando seguramente en su recuerdo, todo el placer que habíamos experimentado. Cerciorándome que tenía la atención del chofer capturada por la belleza de mi esposa, tomé con los dedos uno de los recios pezones de mi mujer, que visiblemente erecto se marcaba notoriamente a través del tejido de la prenda que vestía ya que por alguna razón no llevaba sujetador. Rápidamente soltándose de mi brazo, dio la vuelta su hermoso rostro, recriminándome con la mirada mientras yo dejaba de lado mis intenciones haciéndole notar con un gesto imperceptible, que teníamos la atención de un sorprendido espectador, quien no perdía detalle de lo que reflejaba el espejo retrovisor. Con fingido tono apesadumbrado le dije -¿no puedo?- Y ella, estimulada por la atención del hombrecillo quien había aminorado notoriamente la velocidad del automóvil, se volvió voluptuosa y lentamente hacia mí, esbozando una seductora sonrisa llena de vicio y sensualidad y ofreciéndome sus pechos con desmedido orgullo me dijo en voz baja que si yo quería, podíamos alegrar a alguien más... Esa actitud me confirmaba una vez más, que a razón de los acontecimientos recientes y de la insólita experiencia vivida con mi amigo, mi amada, hermosa, recatada y digna esposa, se había convertido por la magia del placer carnal, en una insaciable puta dispuesta a entregarse con frenesí a mis más lujuriosos caprichos, posibilitando la libre ...