Una ciega chancha y putita
Fecha: 29/11/2018,
Categorías:
Fetichismo
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... disfrutaba cada vez que la dejaba decir algo. Me enternecía su forma porque, no era guarra para expresarse. Decía cosas como: ¡te gusta, me vas a comer toda la vagina después?, quiero que me hagas el amor y me huelas toda! Pronto la pibita se había convertido en una experta tiragoma. Me la escupía sin precisión y se la comía casi toda cuando yo presionaba su cabeza en mi pubis, y deseaba que se atragante entera ni bien la oí pedirme perdón por un par de eructos que no pudo contener. Seguido de eso reía para no detener la terrible chupada de bolas que me regaló, apurando mi leche con la pajeadita que su manito le hacía a mi pija. Pero yo quería saborearla también. Así que me entusiasmé cuando susurró: ¡querés saber cómo huele una quinceañera bebé?! La tumbé boca arriba y, tras separarle las piernas con determinación, besarle las rodillas y escuchar su gemidito constante le chupé bien la concha. ¡estaba re caliente la nena, super mojada, y la tenía peludita, sabrosa y con un olor a chiquita miedosa que me volvía loco! Me atormentaba su acento diciendo: ¡así, oleme toda, quiero más besitos, vos sos muy bueno conmigo, oleme la vagina que te voy a hechizar! No le faltaba razón, ya que pronto mi lengua recorría todos los rincones de su conchita sedienta, cosa a la que no axcedía fácilmente, mientras ella me pajeaba con las dos manos y me la escupía, puesto que yo estaba arrodillado a su lado, atesorando su aroma y su sabor a hembra hasta con mis orejas. Al fin sucumbieron los ...
... leones de mi sangre y le enchastré toda la cara de semen. Mi tiempo había concluido. Sin embargo, esa no fue la última vez que la visité, y menos después del chuponazo que nos dimos al salir de la pieza. La próxima pagué el doble y me quedé más tiempo con ella. Fue otro sábado lluvioso, después de la cena. Llegué y pedí por Ayelén, además de una nueva cerveza. Me la trajeron las mismas guachas de antes, y la nena se sentó en mi falda con mi ayuda. Lucía menos risueña. No aguanté el soborno de su colita contra mi chota al palo y comencé a chuparle las tetas, además de pajearla por adentro del jean y darle cerveza para luego beberla de sus labios. En cuanto el gordo y la Beti, que son los dueños del bar, nos miraron mal nos fuimos a la habitación. Entramos, prendí la luz mientras ella decía que le fascina que le hagan chocarse las cosas, la desvestí apurado y la puse en cuatro en el piso diciéndole que hoy no seré tan tierno como la vez anterior. La cieguita no me dejaba en paz ni en los sueños! Enseguida tomé su cara en mis manos, le abrí la boca con los dedos y se la encajé para que me la chupe. Se la refregué en las tetas, y hasta intenté cogerle la naricita. La hice oler toda su ropa mientras seguía ordeñándome la chaucha, y cuando fue el turno de su bombacha dijo: ¡quiero todo tu semen adentro de mi vagina, soy una sucia!, y se la calcé largo rato cerca de su glotis para moverme lento con bombeos sutiles, mientras le lagrimeaban los ojitos de oscuridad y lujuria. Olió y lamió ...