1. historia caliente


    Fecha: 05/12/2018, Categorías: Voyerismo Autor: susonn, Fuente: xHamster

    ... a mí eso no me gustaba. Los más atrevidos se sacaron la polla fuera, pero solo un par de ellos la tenía bien dura. La mayoría de ellos, al tocarla (me llevaban la mano hasta su polla) la tenían más bien blanda. Uno me metía los dedos entre las nalgas, los sacaba, se los chupaba y con los dedos mojados me acariciaba el ano hasta que me metía el dedo dentro, primero uno, luego dos, y cuando yo notaba que me dolía le apartaba la mano, pero el tipo volvía a meterme los dedos. Otro me masajeaba los huevos, otro me chupaba las tetas y mordía mis pezones, mientras que el que me había pedido las cervezas se agachaba para chuparme la polla. Pero uno de los que la tenía más dura, el de la camisa azul, me ordenó que me pusiera sobre la mesa, y estando allí me metió la polla en la boca. Yo recuerdo que le hice una mamada profunda, una de las mejores que recuerdo, y fué la primera vez que un hombre se corrió en mi boca. En ese momento me dió asco, y cuando la retiró de mi boca quise escupir todo aquello tan salado en el suelo, pero al alargar el cuello para no hacerlo sobre el tapete verde, otra polla penetró mi boca y parte de la leche cayó sobre el tapete y parte me la tragué. Creo que chupé cinco pollas, y mientras mi boca se llenaba de semen, oí como se organizaban para follarme, pero no todos pudieron. primero porque yo hasta entonces había hecho el amor pocas veces, (me dolía mucho cuando me penetraban) y en consecuencia tenía el ano, digamos, pequeño. ...
    ... Y segundo porque algunos de esos hombres eran muy mayores, y no se les ponía bien tiesa como para penetrarme. En cambio el tipo de la gorra, que siempre estuvo como apartado, supongo que porque le daría asco que yo tuviese pene, vino casi al final, cuando ya lo habían intentado siete u ocho tipos, me cogió por la cintura, me hizo darme la vuelta, y boca abajo sobre la mesa, con una pierna encima y el pié derecho en el suelo, y bien separadas las piernas, me apartó las nalgas hasta el dolor y me la metió de a poco, sin apretar demasiado, hasta que la tuvo dentro, y entonces, cuando ya resbalaba bien, me folló el ano a buen ritmo durante un rato que a mi me pareció larguísimo, porque yo ya me había corrido dos veces, y empezaba a estar cansado, y porque los demás ya empezaban a retirarse, sin decirse una palabra, limpiándose con las servilletas la polla, y acomodándose los pantalones mientras se dispersaban. Uno que tenía una Polaroid me sacó esa foto en algún momento, y me la regaló. Curiosamente, al día siguiente nadie comentó nada, y muchos de los hombres que ví aquel día no volvieron por allí, al menos durante los dos meses que trabajé allí. En los días siguientes, varios tipos me propusieron ir a su casa, pagando, y algunos me follaron en los servicios. En dos meses pude sacarme el dinero de la matrícula para la universidad. A veces pienso que si en aquella época hubiera existido el Viagra, esa noche hubiera tenido que volver a casa reptando. 
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