1. Hermana chancha


    Fecha: 10/12/2018, Categorías: Sexo en Grupo Confesiones Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... con su terrible lechazo. Incluso me salpicó las sábanas. El tatuado se la ensartó en la argolla y, mientras la sostenía de las piernitas la bombeó un rato, haciendo rozar su espalda contra mí. Oí que gemía: ¡Así guacho, cogete bien a tu puta que te gusta, haceme doler perro! El otro solo se pajeaba. Hasta que todo quedó en suspenso cuando todos oímos unas palmas en la ventana del living, las que seguro eran de un vendedor, o de algún religioso fanático. Ella se puso la bombacha como amagando con vestirse, ya que si alguno de mis padres se levantaba primero, podría encontrarse con aquellos episodios, y se armaba la cagada. Cuando la calma reinó de nuevo en la casa, el tatuado la arrodilló en la cama para calzarla en su conchita por entre la costura de su prenda y penetrarla, ahora más suave que antes, pegándole en la cola y estirándole los pezones con la boca. Ni bien ella aclaró: ¡Mañana quiero que me cojas delante de tu novia nene!, se acomodó en cuatro patas para mamárselas hasta mostrarles cómo le chorreaba la leche de los labios. Luego se puso una remera larga y ancha encima, y apenas los dos se vistieron los acompañó a la puerta que da a la calle, luego de un franeleo brutal junto al ropero a modo de despedida, mientras yo me pajeaba enardecido, confuso y emocionado de ver a mi hermana actuar como nunca la imaginé. Creo ...
    ... que tomó agua o comió algo de la heladera. Retornó a mi dormitorio con las tetas desnudas, se despatarró en la cama que está por si alguien se queda a dormir y, mientras me confiaba que siempre deseó que yo sea su espectador sexual se masturbaba sin reprimir gemidos, ni ríos de baba, ni las chanchadas que parece que le gusta decir en esos momentos. Hasta que de repente me arrojó su bombacha en la cara después de frotarla en su vagina con 50 grados a la sombra y, apenas me dijo: ¡olela guachito!, enchastré toda la sábana con un suculento lechazo, aturdido por sus movimientos, el sonido de sus dedos en su flor, sus nalgas y el aroma de su ropita dispersa en el suelo. Pero Viki, no conforme con eso se hincó junto a mi cabeza para que le coma la concha mientras ella lamía la sábana empapada, y aunque era cierto lo de su olorcito a pis, mi lengua no podía dejar de entrar y salir de su celdita al igual que mis dedos. En breve me regó toda la cara con su acabadita estrujándose las tetas, con el sudor brillando en su piel y su calzón como un trofeo apretado entre sus dientes. Juro que aunque se fue dejándome la pija como para colonizar a todas las putas de un bulo me encantó que lo hiciera, pues, eso alimenta mis ratones, y me pajeo sabiendo que en algún lugar mi hermanita le rinde culto al sexo más desaforado que vi alguna vez! Fin 
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