El cartero a veces llama dos veces
Fecha: 12/12/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Sexo Oral
Autor: Lib99, Fuente: CuentoRelatos
... vio también asaltada por su propio clímax, acompañado por un abundante chorro de flujo vaginal que empapó el rostro de su esforzado amante. –¡Ah, joder, joder, joder! ¡Me corro, me corro…! La mujer apuró el orgasmo masajeándose el clítoris y regulando su flujo hacia la boca de León. –¡Vamos, cerdo! ¡Trágatelo todo! Lolita decidió unirse a la fiesta introduciendo su mano en el interior del arnés para pajearse el coño sin dejar de follarse el culo de León. Su dedo corazón friccionó con habilidad el excitado clítoris hasta lograr desencadenar el orgasmo. –Mmm, sí, sí… –dijo casi en un susurro, antes de soltar otra risita. “Mami, qué rico”, replicó Jessy, observando con deleite la catarata de placer que se desencadenaba ante sus ojos, antes de situarse sobre la entrepierna de León y masturbarse fuerte y rápido su grueso pene. Eyaculó sobre la polla del hombre, mezclando su espesa leche con la del orgasmo de León. Cuando apuró los espasmos, aún con la respiración agitada, mojó la yema de su dedo índice en las gotas que emergían de la uretra de León, se la aproximó a la boca y la lamió con un gesto de satisfacción. –Mmm, chicos, qué bueno ha sido esto. La palpitante atmósfera que flotaba entre los cuatro amantes, envolviendo toda la ...
... estancia, se vio rota de súbito por el sonido del timbre de la entrada. Se miraron entre sí, interrogativos, sin que ninguno pronunciara en alto la pregunta que todos se plantearon mentalmente. –¿Quién será a estas horas? Más allá de la puerta, sobre la pequeña escalinata en que desembocaba el camino que cruzaba el jardincito de la entrada, el cartero, vestido con su característica camisa amarilla y pantalón azul mahón, y una bolsa de lona colgada del hombro, aguardaba releyendo la dirección impresa sobre el paquete que sostenía entre las manos. Arrimó la oreja a la puerta para escuchar la –sugerente– música que emitía la minicadena, se inclinó para mirar hacia la ventana más próxima –la del salón, precisamente– que ocultaba su interior con la cortina, y volvió a apretar el timbre. –Cartero –dijo en voz alta–. Es un paquete certificado. Necesito que alguien firme el recibí. Los cuatro amantes, sin moverse, observaron a través de la cortina su silueta recortada contra el sol del mediodía, y volvieron a mirarse entre sí; hasta que León, con el consolador aún inserto en el culo, la polla cubierta de semen y el rostro empapado de jugos vaginales rompió el silencio. –Bueno –dijo sin ocultar cierta sorna en la voz–. ¿Quién va a abrir?