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Renace el harem (Cap. 3)
Fecha: 17/12/2018, Categorías: Dominación Autor: ALTEZA, Fuente: CuentoRelatos
... una sola palabra sin permiso o por lo menos respirar más fuerte de lo que normalmente se respira. ¿Están entendiendo las reglas? Las chicas temerosamente respondieron con voz poco audible y temblorosa afirmativamente. El Ama continuó diciendo su jornada laboral será de 16 horas como mínimo, sin embargo en caso de haber una reunión, su horario se convertirá de 24 horas o más, según el momento en que la reunión termine y hayan dejado todo limpio y acomodado. El lugar permitido para su descanso será únicamente dentro de una jaula de titanio reforzado, y si están fuera es porque desean estar desempeñándose ¿les ha quedado claro perritas?, ellas agacharon la cabeza y solo asintieron ya que se les tenía prohibido hablar. Una vez que las nuevas reclutas habían entendido el reglamento de su nuevo estilo de vida, su Majestad hizo una seña para que sus esclavas ya adiestradas se acercaran, ya estando las esclavas de rodillas les ordenó les pusieran a las nuevas perras la mordaza con el cepillo para ponerlas a barrer con él en el hocico. A las nuevas esclavas solo se les autorizaron dos horas para dejar todo el piso impecable. Las nuevas esclavas con miedo de ser azotadas con ...
... dificultad aunque con mucho empeño se pusieron a barrer con el hocico, situación que les costó tiempo acostumbrarse, ya que jamás lo habían hecho en cuatro patas. Al término de las dos horas, las esclavas regresaron a las reclutas ante la presencia de su Majestad para informarle que habían concluido con la limpieza del suelo. El Ama ordeno se les cambiara la mordaza de cepillo para ponerles una mordaza de bola, y así irlas acostumbrando a que el hablar ahora estaba restringido para ellas. El Ama ordeno se pusieran a recolectar toda la basura del reino y que después se pusieran a limpiar cada uno de los baños que tenía la mansión. Después de un rato de mantener el hocico abierto de manera forzada por la mordaza, las esclavas al no poder tener cerrado el hocico empezaron a babear, lo que provocó les fiera sed. El Ama les permitió ir al jardín para beber agua de un charco que había desde el día anterior por haber estado lloviendo. Las esclavas reclutas tenían tanta sed, que terminaron el agua del charco y siguieron bebiendo de la manguera a lengüetazos, ya que en todo el día no habían probado una sola gota del preciado líquido. Poco tiempo después fueron llevadas a sus jaulas.