Educado una familia Cap VI Parte XII
Fecha: 17/10/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: wendy1988, Fuente: SexoSinTabues
... aquél, me fui acercando lo más lenta y silenciosamente posible hacia un costado del matojo de arbustos de donde procedían aquellos ininteligibles ruidos, hasta que hallé un agujerito entre el verdor de las zarzas desde donde pude apreciar con claridad el panorama que se ofrecía a mi vista. Vi a Lucy sentada sobre la hierba, como jugueteando con el perro de papá. El animal se le iba encima y ella metía en medio sus brazos como tratando de evitar el contacto, mientras el perro se revolcaba sobre la hierba y volvía a arremeter sobre Lucy, tumbándola sobre la verde hierba. Así estuvieron jugueteando por un largo rato, mientras yo permanecía oculta y silenciosa observando aquel inesperado encuentro, que en principio al parecer no ofrecía nada nuevo para mí. Pero en realidad yo estaba equivocada. Después de una serie de largos e intensos jugueteos entre el perro y mi hermanita, quien lanzaba grititos de alegría, me di cuenta que de entre las patas traseras del animal comenzaba a salir poco a poco aquel pipí colorado y húmedo, que tanta impresión me causara cuando lo había visto aquel día en que se lo metió por detrás a la perrita, y mamá me había apartado rápidamente del escenario. Este nuevo descubrimiento hizo que se me erizara la piel y que mi entrepierna se humedeciera más aún de lo que ya estaba. Dispuesta a descubrir a fondo lo que mi hermanita Lucy tramaba, yo trataba aún de no respirar a fin de que ella no advirtiera mi presencia. Mientras tanto los jugueteos continuaban, ...
... pudiendo ver cómo Lucy rodaba por el suelo cubierto de musgo con el perro encima de ella, en tanto sus brazos trataban como de apartar al animal, pero sin conseguirlo. Por lo que pude apreciar, a Lucy no le desagradaba en lo absoluto aquel jueguito, pues veía claramente una amplia y luminosa sonrisa en sus labios, producto del placer del momento. Dirigí una mirada a la entrepierna del perro y ahora sí descubrí que su pipí había crecido tanto que parecía que aquel tubo de carne rojiza y venosa casi quería salirse de la funda que lo albergaba. Tanto Lucy como el perro continuaban rodando por el suelo, en tanto que el animal movía de un lado a otro su pene endurecido y jugoso. Llegó un momento en que mi hermana, alentada seguramente por aquella agradable visión, abrazó al animal por el cuello con la finalidad de detener el juego y los movimientos del perro, quedando ella sentadita en el piso. El perro de pronto se quedó quieto, y Lucy, como sabedora de lo que el can deseaba, dirigió su manita hacia la parte que queda debajo de las patas traseras, y dando suaves toquecitos con las yemas de sus dedos a aquel pedazo de carne palpitante y caliente, comenzó a tallarla y a frotarla lentamente, en tanto que el animal, animado por aquellas caricias que por lo visto tanto le gustaban, abría sus patas traseras depositándolas con fuerza sobre el suelo a fin de que Lucy pudiera maniobrar con mayor soltura sobre su endurecido pene, erguido hasta más no poder, y del cual ya manaban chorritos ...