La siesta
Fecha: 22/12/2018,
Categorías:
Grandes Series,
BDSM
Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos
... explica. El único antecedente plausible es un pariente muy lejano de mi abuela que mató a un hombre en defensa propia por un asunto de riego. Y fue absuelto. Así que esta es, de forma más o menos cronológica, la pequeña e insignificante crónica de mis paseos en el lado oscuro, o salvaje como decía Lou Reed, lo más apasionante con mucho de lo que llevo de vida. Y un añadido final: todo lo que aquí se cuenta es cierto por difícil que cueste de creer. Por respeto y precaución emplearé nombres ficticios o iniciales, pero todas las personas que aparecen en estos relatos existen y están, creo, vivitas y coleando. Esta es la primera entrega de la historia. Todo comenzó cuando iba a cumplir los quince años. Yo estaba entonces interna en el colegio de Las Paulas. Ya era una moza alta y delgada, con largas y bien torneadas piernas, cintura de avispa, caderas evidentes y trasero pito, sin ser ni mucho menos culona. Baste decir que mis actuales medidas son unas envidiables 85/60/91. No soy una belleza pero tengo una cara ligeramente alargada y muy resultona, aunque por entonces tenía algo de complejo de narizotas. Mis cabellos eran largos y rizados, de color castaño muy claro. Hasta hace cuatro días se tornasolaban a pelirrojos desde la primavera hasta bien entrado el otoño. Aunque nunca ha sido una opinión unánime, me parece que me fallan un poco las tetas, muy turgentes y bonitas, con unos pezoncitos menudos y oscuros, pero ay, un tanto escasas para mi gusto. Si ahora son pequeñas, ...
... entonces eran minúsculas, quizás debido a que la regla me vino un poco tardía, casi a los dieciséis. De todas formas no puedo quejarme, ni tampoco lo hacía por aquel entonces. Ya apuntaba a lo que ahora soy: una tía muy buena. Tenía que ir siempre quitándome los tíos de encima. Una muchachita de mi edad y yo compartíamos la amistad de Marifrancis, una valenciana de nuestra clase. Laurita que así se llamaba no estaba tan proporcionadamente desarrollada como yo. De vientre para arriba era casi una niña, con muy poco pecho y sin cintura, pero de ahí abajo ya era prácticamente una mujer, con unas piernas gruesas y molluditas y un culito un poco fondón. Ese año fuimos invitadas por Marifrancis, bastante más fea que nosotras pero más mujer, a pasar las pascuas a su tierra. Allí como en todas partes chicos y chicas corretean y hacen manitas durante el día en el campo o en la playa, hasta la hora de la disco en que se magrean de verdad. Después, los más precoces pegan un par de insípidos polvos. Y así se pasan tres días mas la propina de San Vicente. Laurita y yo éramos forasteras y aunque se podía decir perfectamente que éramos dos chicas boom; bueno, yo más que ella, por la razón que fuera no teníamos pareja. A mí me la traía floja puesto que ni entonces ni ahora me van demasiado los tíos, pero Laurita se aburría, a ratos soberanamente, hasta la hora del bailoteo en que siempre encontraba algún zagal para darse el lote y dejarlo tirado después. La tercera tarde de picnic, sea porque ...