Haciendo cosas increíbles
Fecha: 31/12/2018,
Categorías:
Bisexuales
Autor: pantia, Fuente: CuentoRelatos
... caricias en sus piernas, acompañadas de aquellos movimientos de succión, le impedían sacrificar esa mamada por follarse a la mujer. Y entonces pasó lo que estaba evitando a toda costa, justo cuando ella se puso detrás suyo y empezó a meterle los dedos en el culo aún viscoso y abierto. No pudo resistir el placer de esas caricias, y del roce de los pezones de la mujer en su espalda, y cuando más tragaba su marido, sintió sobrevenirle el orgasmo y el esperma fluyó de su cuerpo directamente a la garganta del vicioso marido, que tragó con ansia hasta que la polla empezó a perder volumen. Ella se la sacó de la boca a su marido y quiso tragar algo, pero éste la había dejado perfectamente limpia, sin el menor rastro de semen... Entonces fue consciente de que acababa de vivir una experiencia bisexual que seguramente iba a desear repetir, además de otras dos cosas: que no había podido follarse a la mujer hasta el final, y que su marido aún tenía dentro su carga intacta. Algo le hizo pensar en él y a cambio del placer que le habían proporcionado, correspondió con un regalito de su propia cosecha. Le ayudó a tumbarse en la cama y empezó a contonearse, rozando su culito contra el pene del hombre, hasta que éste se puso duro de nuevo. Luego le cogió las manos, lo cual le resultó muy ...
... extraño, y se las colocó en sus pechos, para que le acariciase como si fuese su mujer, y éste empezó a tomar la iniciativa, hasta que le tuvo a cuatro patas, follándoselo otra vez. Entonces ella se colocó debajo y trató de reanimar la polla de su invitado, mientras se lo follaba su marido. Las sucesivas embestidas y la boca de la mujer hicieron pronto su efecto, y pronto su polla estuvo de nuevo a punto, tan dura como la que sentía en su interior. A pesar de sentir la necesidad de follársela por fin, decidió sacarse de su culo el pene del marido y después de tragarlo durante unos segundos, se lo llevó a la entrepierna de su mujer, y le pidió que se la follase, a cuatro patas sobre él, mientras él se ocupaba del otro agujerito. Loca de placer con la doble penetración, sus pechos se agitaban, mientras ambos hombres rozaban sus huevos en un movimiento de a ver quién se la mete más adentro. Finalmente, ambos se corrieron sobre la boca y los pechos de la mujer, que gemía de placer evitando las salpicaduras en sus ojos. Su marido se abalanzó sobre ella para limpiarle hasta la última gota de semen, mientras el vecino volvía a su habitación aún conmocionado por la experiencia que acababa de vivir, eso sí, envuelto en un albornoz, pero aún con las prendas de la mujer sobre su piel...