Él te observa (episodio 3)
Fecha: 31/12/2018,
Categorías:
Incesto
Voyerismo
Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... su mano. En ese momento, como si hubiese sino invocada por ese repugnante –y extremadamente excitante– ritual incestuoso, Alicia llegó a casa. Me horroricé al verla a través de la cámara del living. ¡Estaba a punto de descubrirlo todo! “¡¡No subas mi pequeña, no subas!!”, grité para mis adentros. Pero mi princesa no podía escuchar mi introvertida advertencia, así que subió la escalera tarareando alguna dulce melodía y se dirigió a su cuarto. Apenas entró y vio lo que estaba ocurriendo en su cama se plantó. Su tarareo calló. Dejó caer su mochila al piso y quedó congelada, atónita, incrédula. Su madre y su hermano frenaron la culeada y quedaron inmóviles un instante observándola estupefacta en la puerta de la habitación. Los había descubierto. Al menos eso fue lo que yo pensé antes de que Irene se dirigiera a su hijo con vocecita de zorra: –¡Mirá quién llegó! ¡Colita dura! –¿Qué estás mirando ahí, boluda, no querés esto? –le dijo Daniel a su hermana mientras le mostraba su tremenda pija, recién sacada del culo de su madre. –Vení zorrita, que te quiero morder esa manzanita –afirmó Irene estirando sus brazos hacia adelante en gesto de concupiscente invitación. Azorado quedé yo cuando vi que una sonrisa diabólica se dibujaba en el hermoso rostro de Ali, y más aún cuando la vi desnudarse completamente y correr para zambullirse de cabeza en medio de aquel desbocado saturnal. Ahí comprendí que también había perdido a mi niña. La orgía rápidamente tomó un calor infernal. Aquellos ...
... tres cuerpos se entreveraron como alborotadas serpientes en la cama revuelta y fueron acomodándose y cambiando de posición con velocidad y precisión de expertos. Aún hoy me estremezco al evocar la secuencia. Recuerdo claramente el apasionado beso entre madre e hija. Puedo revivir el momento en que los labios de las dos hembras se acoplaron, se acariciaron suavemente y hasta fueron presa de tenues y sensuales mordiscos. Fui testigo cuando sus lenguas se enredaron en encarnizada batalla y se fundieron en una sola lengua, en una sola boca. También recuerdo perfectamente a Ali saboreando la pija de su hermano mientras su madre le manoseaba y mordía la cola y le chupaba el ojete sin dejar de elogiarle la solidez de sus sonrosadas nalgas. –¡Qué cola que tenés, pendeja! ¡Qué linda putita que sos! –Lubricame bien ese ojete que ahora voy por él –le decía Daniel a su madre con convicción de semental. Jamás podré borrar de mi memoria la imagen de Daniel cogiéndole la cola a su hermana mientras ésta le chupaba las tetas a su madre. Se notaba que la cola de Ali estaba bien apretaba, ya su hermano sólo conseguía introducir su tremenda poronga hasta la mitad de su extensión. La pendeja mordisqueaba los gruesos pezones de su madre con un rictus que mezclaba dolor y placer. Pobre mi nena, el desgraciado le estaba hendiendo su prieto culito con ese imponente vergajo que cargaba. Más tarde sería Irene la que batallaría con su señor ojete. La putona, ya bien amoldada a ese enorme miembro, bombeaba ...